Capítulo 1 - El Valor Del Tiempo

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> Austria, 4 de mayo de 1939.

—Estamos llegando. —Declaró el chófer, conduciendo un modelo Mercedes 500 K, cuyo motor con compresor de 8 cilindros en línea dejaba mucho que desear a los muchos otros vehículos de la zona que deambulaban las calles de Austria sin pena ni gloria.

Lucía moderno, fresco frente a la inocencia de los pequeños rapaces, quienes descuidaban por unos instantes la distracción, para permanecer estáticos en el cálido asfalto. La brillante y reluciente pintura escarlata hacía voltear los aturdidos semblantes; casi pudiéndose oler desde la lejanía aquel barniz tan flamante.

De los cuatro asientos disponibles, sólo dos de ellos estaban ocupados. Evidentemente, uno de ellos por el chófer, Raphael Bauer. Bauer era uno de esos hombres que había pasado toda una vida trabajando, sin ni siquiera tomarse un mísero día de descanso. Desde pequeño fue atraído por el deslumbrante mundo de los automóviles; por lo que, podría decirse que aquella ocupación había sido más que acertada para él. A sus 67 años seguía siendo un sensacional conductor, similar o incluso mejor a cuando era un joven e ingenuo aspirante. Se guiaba por las pacíficas aves que sobrevolaban la ciudad y la tan querida brisa primaveral. Un sombrero duckbill cubría sus canas. Y asimismo, el diseño picudo de la gorra, también ocultaba parte de su detallado rostro.

En el asiento trasero, Simon Freidman, joven médico de largos cabellos azabaches. A menudo, solía agrupar sus mechones opacos y fulgentes con un fino lazo, también del mismo color. De familia cristiana y adinerada, la madre de Simon escogió el nombre de su vástago haciendo alusión al apóstol del mismo nombre. Solía prestar atención a las rutas por las que circulaban los vehículos, para luego deducir, según las vibraciones de los neumáticos, cuándo habían sido construidas.
Hacía tiempo desde que comenzó a preocuparse por los enfermos de la ciudad donde residía junto a su familia, en Klagenfurt.

Situada al sur del país, en el land de Carintia, Klagenfurt es la capital de dicho land, así como la ciudad más poblada. Fue así como, Simon, consiguió tanta fama, haciendo circular su nombre de boca en boca.

En efecto, el viaje se debía a un estimado paciente, Alexander Schneider, dueño de una influyente empresa situada en la periferia de Viena. El varón había enfermado de una violeta gripe, que pese a ser primavera, se presentó de manera insólita, dañando considerablemente la vía respiratoria y parte del corazón. Temía que el padecimiento se agravase, dando por ineficiente el proceso de recuperación; mas había aprendido a ser calmoso y no dejarse llevar por los malos pensamientos.

—Perfecto, no hay tiempo que perder. —Contestó Simon agarrando el maletín grisáceo, colocado solícitamente sobre su regazo. Entonces, posó una de sus delicadas manos sobre el manillar, y presionando la palanca, salió del vehículo.

Una especial brillantez estimuló los párpados del joven médico, quien rápidamente tuvo que sesgar la faz para no dejar cegar sus celestes orbes.

—¿Quiere usted mi sombrero? —Preguntó Bauer después de otear los molestos movimientos de su contrario.
—No se preocupe, Raphael. Estoy bien, podré ocultarme del sol con el maletín hasta llegar a la entrada.
—Es la casa de enfrente, unos pasos y arribará.

Ambos, Bauer y Simon, se conocían desde siempre. El más anciano, había servido como chófer de la familia Friedman desde antes de nacer éste último. Por consiguiente, la relación que mantenían era una mezcla de aprecio y respeto; todo en uno. Normalmente era Simon el que mostraba parcialidad, y sin embargo, Bauer era la cara del respeto.

—Esperaré dentro del coche hasta tener noticias. —Siguió Bauer mientras entraba dentro del rojizo Mercedes.

No era la primera vez que el mayor lo acompañaba a uno de sus desplazamientos. De hecho, él se ocupaba de trasladarlo cuando algún enfermo requería de su ayuda. Desde dentro del automóvil, observó curioso al menor rebasar las flores del jardín, y subir las escaleras de madera refinada que formaban la gentil entrada.

La última rosa. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora