Bella salvaje (Terminada)

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Capítulo 22
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"¿Que es poesia?" Dices mientras clavas en mi pupila tu pupila azul. "¿Qué es poesia? ¿Y tu me lo preguntas? Poesia...eres tu. "

(Cortazar)

P.O.V Lexa Trikru

Dormí acurrucada entre los brazos de Clarke. Sintiéndome relajada y segura por primera vez en mucho tiempo. Todavía los recuerdos recién adquiridos provocaban dolores en mi cabeza y confusión. Tenía tanto que contarle a mi chica del cielo. Había cierta tranquilidad en escuchar su corazón latiendo bajo mi oído y sus brazos alrededor de mi cuerpo. No era el sentimiento de protección sino de comodidad y estabilidad.

Clarke había sido muy inestable en el pasado. Podía hacer una promesa y luego romperla a los pocos segundos si entendía que era necesario. Pero la rubia que ahora me abrazaba, la mujer cuyos brazos habían guardado mis sueños en las últimas horas, no era la misma chica de hace meses atrás.

Por la ventana se podía observar la lluvia que mojaba Polis en esos instantes de la mañana. El sonido de un trueno, distante, pero ruidoso, habia logrado sacarme de mi apasible sueño. El cielo se veía pálido y entristecido, lleno de grises nubes. Como si derramase en forma de gotas su profunda e incomprendida tristeza.

Me acurruqué más entre los brazos de Clarke, teniendo cuidado de no lastimar mi reciente herida. La rubia soltó un dulce ruidito, sus brazos sujetándome con más firmeza: como si temiese que escapase de entre ellos. Pero yo no iba a ningún lado, porque era precisamente entre los brazos de mi Griffin donde deseaba estar.

Intenté retomar el sueño, pero mis pensamientos estaban plagados de los acontecimientos de la montaña. Quizás había una dicha en no recordar, un consuelo, un escape, una salida. Al cerrar los ojos podía percibir el olor a fuego y aire contaminado. Podía volver a ver los cuerpos quemándose. Recordaba mis manos temblorosas, junto con otros terrícolas, intentando derribar la puerta de escape.

Cad vez que mis ojos se cerraban escuchaba los gritos. Podía sentir el calor en mi piel, la temperatura subiendo e intentado consumirme. El horrible sentimiento de asfixio también lo recordaba; como si un enorme lazo intentase robarme el aliento . Todo se sentía tan cercano; como si hubiese ocurrido hace uno o dos días y no hace meses. Nunca olvidaría esa noche, no el desespero por escapar y menos los deseos de llorar cada vez que uno de los terrestres menos afortunados colapsaba.

-Estás temblando...- susurró su voz en mi oído, levanté ligeramente el rostro encontrándome con los azules ojos de Clarke. Ella me miró con preocupación y cariño. Su preciosa y profunda mirada era mi salida; el cielo donde yo deseaba ocultarme de esta tierra contaminada y sucia.

-Clarke...te amo...- susurré cerrando los ojos y disfrutando la manera en que aquellas palabras se deslizaron fuera de mi boca con soltura y sencillez. No me pesaba ni atemorizaba: estaba enamorada de Clarke Griffin.

-También te amo.- respondió colocando un beso en mi frente. Su mano derecha se deslizó hasta mi estómago, acariciando de arriba abajo sobre la tela con cuidado y dulzura. Sus movimientos no hacían más que confirmar las palabras que habían salido de sus labios.

Suspiré acercándome más a su cuerpo. Apoyando mi cabeza en el hueco entre su hombro y cuello. El silencio en la habitación era únicamente perturbado por la incesante lluvia que parecía intentar inundar Polis hasta desaparecerla. El sonido, por algún motivo me molestaba; prefería el silencio del día, o como mucho el sonido de los pájaros.

-Cuando perdiste la memoria me resigné a que nunca volverías a ser la misma, Lexa. Estaba segura de que tendría que vivir para siempre con un hueco en el pecho. Lo gracioso es que aún siendo una versión distinta de ti...no podía imaginar no amarte. ¿Sabes? Desde pequeña siempre pensé que haber vuelto a la tierra era una maldición. Porque aunque era hermosa, toda verde y llena de vida, estaba también llena de muerte y dolor. Pero ahora creo que no había entendido la verdadera belleza de la tierra.- susurró Clarke con voz suave, un poco ronca y adormecida.