El creer en un ser superior a ellos era parte del ser humano, desde las primeras civilizaciones hasta la actualidad se han aferrado a sus creencias.
Yui no era diferente a los demás humanos, quién al ser una chica creyente pedía con suplicas a su Di...
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Semanas, es el tiempo que paso desde que Yui había llegado a la mansión Sakamaki con la tonta idea de que solo se quedaría en el hogar de un amigo de su padre mientras este estaba de viaje.
Ingenua.
En aquella lúgubre mansión habitaban seis hermanos que eran vampiros, hijos del supuesto amigo de su padre. No tuvo un buen recibimiento al llegar, se referian a ella como novia de sacrificio.
En palabras más simples, se había convertido en la bolsa de sangre de unos vampiros.
Su mente estaba llena de preguntas, no entendía el porqué era la "novia de sacrificio" de unos vampiros, solo estaba allí porque su padre la habia mandado para quedarse por un tiempo hasta que regresara de su viaje.
Tampoco tenia alguna manera de comunicarse con su padre, su celular había sido robado y destrozado por los mismos residentes de la mansión. Y ya había intentado buscar un teléfono durante los recesos en el Instituto Ryoutei, en el cual había empezado a asistir junto a los Sakamaki.
La primera vez fue sorprendida por uno de los trillizos, Kanato. No fue un encuentro agradable y simplemente dejo de lado aquello porque no quería saber que tipo de cosas le haría Kanato si volvía a verla intentando comunicarse con su padre.
De entre todos los hermanos con los que debía de tener más cuidado era con los trillizos y Reiji. A pesar de que el segundo hermano mayor era tranquilo, no dejaba de lado su sadismo y su gusto por querer usarla como rata de laboratorio o amenazarla con castigos si hacia algo que no debía.
Abandonada, así se sentía por su amado padre.
Con el paso de los días se preguntaba:"¿Padre me abandono aquí?"
¿Acaso ellos tenían razón?
─ Por favor, te pido que me saques de aquí ─ murmuró arrodillada a un lado de su ahora cama de sábanas rosas ─ No me dejes, Dios...Padre
