CAPÍTULO 1

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CAPÍTULO 1

Miré a mi alrededor pero no conseguía enfocar la vista. Sentía que lo había perdido todo. Todo lo que quería y necesitaba.

Me encontraba allí, al lado de su cama, junto a su silueta inmóvil, aún sin saber cómo reaccionar. Todo había ocurrido demasiado rápido... A mi mente volvían a cada rato imágenes, el recuerdo del viaje de vuelta de aquella hermosa playa paradisíaca de Barcelona, deseando llegar a casa para descansar al fin del cansancio que sentía, y de repente aquel fogonazo de luz que me cegó instantáneamente, y el terror que sentí al perder el control... No recordaba mucho más hasta que otra ráfaga de luz me deslumbró de nuevo, en este caso del hospital, aunque yo tardé un poco más en ser consciente de ello. No podía encontrarla... A mi alrededor había mucha gente, médicos y enfermeros, pero no estaba ella... No sabía nada, y no podía hablar, apenas podía moverme. Afortunadamente, solo tuvieron que pasar unos días para que mis heridas sanaran, no así las suyas. A sus dieciocho años estaba en coma. Se hallaba muy lejos, muy lejos de mí, y era por mi culpa. Si hubiera visto venir aquel camión... Si hubiera conseguido esquivarlo, si hubiera estado más atento... No podía pensar más que en eso, y cada vez que la veía tan quieta, tan diferente de cómo era ella... Pero preciosa, siempre preciosa, incluso cuando la vi por primera vez, con aquellas dos coletas y unas gafas demasiado grandes como para que yo pudiera descubrir su hermoso rostro todavía... Riendo como la colegiala que era al lado de mi hermana, y mirándome de forma tímida, insegura. Solo tenía doce años. Yo, a mis dieciocho la miraba con curiosidad, como a una niña revoltosa, pelirroja y simpática, la mejor amiga de mi hermana desde que se había mudado a nuestro vecindario meses antes, pero nunca hubiera podido imaginar lo que llegaría a ser para mí. Cuando fijaba la vista en ella y profería algún tipo de broma, sonreía abiertamente y en ocasiones me parecía atisbar cómo se sonrojaba. Por mí. Por un chaval inmaduro que jamás conseguiría nada, que nunca llegaría a nada. Y aún así se enamoró de mí. Me quería así, tal como era, un completo desastre que no era capaz de hacer nada bien. Nunca conseguí comprenderlo. Incluso en aquel momento, de forma incluso más acusada, me costaba demasiado asimilarlo. Suponía que en cuanto su familia se enterara de lo ocurrido tendría que marcharme, y no podría estar a su lado cuando despertara. No podría explicarle por qué me había ido, no podría explicarle por qué, si lo único que ella hizo en su vida fue quererme, yo fui capaz capaz de casi destruirla. Esperaba que al menos le llegara mi carta y que pudiera encontrar la forma de perdonarme. Mientras tanto, solo me quedaba esperar, allí sentado observándola, y deseando que aquella pesadilla terminara y todo volviera a ser como antes, cuando aún no me había fijado en ella, cuando aún no era la razón de mi vida, cuando aún me sentía libre...

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