I Won't Hold My Breath.

En el momento en que las puertas de acero se cerraron de golpe detrás de él y Steve, Tony supo que su día iba a terminar mal. Nunca sucedía nada bueno en las bases supuestamente abandonadas de Hydra, -aún menos si involucraba puertas cerrándose por su cuenta. El hecho de que su canal de comunicaciones perfectamente funcional repentinamente crepitara con estática fue otra revelación.

Se suponía que esta era una misión de rutina, -solo una instalación más para marcar su larga lista de bases de Hydra para buscar y destruir-, pero obviamente algo había salido mal. Hydra debe haber estado esperándolos y establecieron una trampa de algún tipo.

Steve, siempre optimista, estaba intentando abrir la puerta. "Comprueba el otro lado", dijo.

Tony hizo lo que le dijeron, su mirada vagó por el estrecho corredor de acero mientras lo cruzaba, pero no encontró nada particularmente peligroso. No había ventanas, ni muebles, ni matones de Hydra. Eran solo él y Steve y, como era de esperar, dos puertas firmemente cerradas.

"No puedo conectarme con los demás por las comunicaciones", informó Tony, permitiendo que el casco se levantara. "Mi conexión con JARVIS también es irregular. Hay algo en esta sala que bloquea la señal".

Steve se dio por vencido con la puerta y miró a su alrededor, pero probablemente no encontraría nada que Tony ya no hubiera visto, principalmente porque no había mucho que ver.

"Sigue tratando de conectar con los demás", dijo Steve, frunciendo el ceño ante la puerta cerrada como si fuera un rompecabezas que necesita solución, posiblemente a través del uso liberal de la fuerza de un super soldado.

De nuevo, Tony hizo lo que se le dijo. El resto del equipo estaba en algún lugar de la instalación, se habían separado para cubrir más terreno. Alguien tenía que darse cuenta de que Tony y Steve no respondían a través de las comunicaciones, pero si sabrían dónde encontrarlos era otra pregunta. Si la sala bloqueó sus radios, también podría estar bloqueando sus rastreadores.

De alguna manera, Tony no estaba sorprendido de que de todas las personas con las que podía terminar encerrado en una habitación, consiguiera a Steve. Esa era su suerte.

No era que no le gustara el hombre, -Tony consideraba a Steve uno de sus amigos más cercanos-, pero las cosas habían sido, bueno, un poco incómodas últimamente. La culpa era completamente de Tony y su incapacidad de mantener sus hormonas furiosas bajo control, y pasar tiempo con Steve no era tan fácil como lo había sido antes.

En su defensa, Tony nunca planeó enamorarse del novio del Capitán América, -no era tan estúpido-, simplemente sucedió, sin su consentimiento o aportación.

Tony sabía perfectamente bien que Steve y Bucky habían sido algo durante la guerra. Si las raras fotos instantáneas y los carretes de película de los dos sonriéndose ansiosamente el uno al otro no hubieran sido suficientes pruebas para llegar a esa conclusión, la mirada en el rostro de Steve cuando había llevado a Bucky a la Torre de los Vengadores ciertamente lo era. Steve parecía un hombre que acababa de encontrar la pieza que faltaba en su corazón, e incluso Tony podía admitir que era increíblemente romántico.

El amor de Steve y Bucky trascendió el tiempo, las guerras y el lavado de cerebro de los nazis, y, por supuesto, Tony había querido proteger algo tan puro. Así que le hizo un lugar a Bucky en la torre, justo al lado de Steve, y le proporcionó abogados que lo protegieran de demandas judiciales y de que lo metieran en prisión. 

Un amigo de Steve era amigo de Tony.

Hubo un momento bastante significativo en el que Bucky se derrumbó y confesó haber asesinado a los padres de Tony, pero también lo habían superado. Tomó trabajo, obviamente, pero Tony estaba dispuesto a hacer lo que fuera necesario para que Bucky se relajara y sanara. Se merecía sentirse seguro y protegido después de todos esos años en las garras de Hydra.