✧ capítulo único

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Sentía música retumbar en sus oídos, expandiéndose por su anatomía, recorriéndolo de pies a cabeza con una vibración hilarante que le exigía mover su cuerpo al ritmo de la melodía. Su frente cubierta por una capa de sudor a causa del tiempo que llevaba en movimiento, la lata en su mano, aún fría, con la mitad de su contenido burbujeando contra el metal. No llevaba mucho desde que la había abierto, pero el líquido con gusto amargo ya estaba haciendo estragos en su cuerpo; claro que no era la primera y ni mucho menos la última, pero el alcohol con un estómago, prácticamente, vacío nunca ha sido una combinación por excelencia. Jeongguk lo sabía, pero aún así pareció no interesarle.

Las luces cambiantes a su alrededor lo mecían y, hasta un punto, llegaban a marearlo con todo el grupo de individuos que se restregaba contra su definida anatomía. Manos traviesas y una que otra invitación desvergonzada no le faltaban, pero él realmente no tenía ganas de hechárse un jodido polvo en esos momentos. Tal vez más tarde se le cruzaría la idea por la cabeza, cuando esté totalmente ebrio, sería lo más probable.

Las luces comenzaron a bajar la velocidad con la que se posaban sobre todo aquél en ingresara en la zona, y, de un momento a otro, las personas a su alrededor cambiaron el ritmo en el que dedicaban sus movimientos, haciéndolos más lentos, pero, no por ello, menos atrevidos. Dio un largo trago a su cerveza, sintiendo sus párpados pesados e intentando reconocer la canción que en esos momentos estaba sonando. Gotas de sudor recorrían el camino desde su mandíbula a su cuello, a la vez que su ceño se fruncía al no ser capaz de escuchar la letra entre tanto viroteo de parte de todos mientras bailaban. Sus gritos parecían callar hasta la melodía para que no la reconociera, y, tal vez, eso habría sido lo mejor en esos instantes, pero, lamentablemente, el universo tenía otros planes para el corazón magullado de aquél pelinegro veinteañero.

Una melodía lenta, sugerente y bastante conocida para su organismo le hizo subir la mirada al cielo cuando el último trago de su cerveza se deslizó por su garganta, una mueca se instaló en sus facciones cuando la presión en su pecho comenzó a hacerse molesta. La verdad es que, no resultaba ser la canción más pura y angelical que tenía el lujo de conocer, pero los recuerdos que traía consigo le hacían perder el equilibrio.

Su tersa piel acaramelada casi que escondida entre las blancas sábanas de su propia cama, con diversas marcas en sus costados y su desnudez pidiéndole indirectamente que tomara su cuerpo entre sus brazos y lo volviera a hacer suyo tan pasionalmente como lo había estado haciendo la noche anterior dentro de ese gran cuarto de paredes grises. Donde lo había escuchado aclamar su nombre, pedir por su cuerpo y gritar por su amor. Donde lo había declarado suyo.

Y donde lo había perdido con el tiempo.

Porque él fue el bobo que no sentó cabeza, el que tenía miedo y que lo dejó ir. Al que no le interesaron sus lágrimas y, mucho menos, sus súplicas. También era el tonto que creía haberlo superado, que lo había olvidado, pero la canción que provenía de los gigantescos parlantes que hacían zumbar su anatomía, le dejaba en claro que ni en los más mínimo había olvidado el sabor de aquellos labios, ni la calides que esos orbes le hacían sentir cada mañana.

La presión en su pecho le gritaba fuertemente que había sido un estúpido, que por más que quisiera dejarlo ir de su mente, su corazón seguiría cegado ante el amor que hacia tiempo había acabado.

Y le dolía, le dolía tan fuerte que su cuerpo se adormecía y lo único que parecía funcionar era su mente. La cual le regalaba el vivo recuerdo de sus meses de amorío con dichoso atractivo chico de cabellos dorados, al que tanto le gustaba poner la canción que en esos instantes le hacían vivir un tormento.

Le quemaba en las entrañas toparse con el recuerdo de la primera vez que tan significativa canción se coló por sus oídos. Eran unos ilusos que creían en el amor eterno, que juraban a los dioses que lo tenían todo el uno en el otro, pero en realidad, ¿Qué tan seguro y duradero es el amor que el corazón dicta con sentimiento?

la canción ➳ kookv [1shot]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora