15 de julio, fue el día más feliz para ella.
Dulce, hermosa y amable, así es como describían a la joven Inko, una chica de brillantes ojos esmeralda y bellos cabellos verdes con una amabilidad inigualable y una sonrisa que pinta de color hasta el día más gris. Siempre disfrutó de lo que la juventud le brindaba.
Después de haber terminado sus estudios en la universidad, a la edad de 24 años se casó Hisashi Midoriya, un chico del cual se enamoró en preparatoria.
Dos años después de su matrimonio Inko quedó embarazada, fue una noticia que alegró sus vidas, pero, esa felicidad acabó pronto.
A los 4 meses de embarazo, Hisashi falleció a causa de un accidente automovilístico, al recibir la noticia Inko casi pierde al bebé, cayó en depresión, sin embargo, ella luchó por salir adelante sin la persona que más amaba, cada recuerdo la alentaba a darle un futuro a su hijo. Gracias a sus ahorros pudo subsistir parte de su embarazo.
Se preguntarán ¿Y sus padres o amigos? Sus padres habían fallecido hace un tiempo y con Hisashi habían decidido mudarse de ciudad para empezar de nuevo, por ello no conocía a nadie y tampoco quería ser una molestia.
A los 6 meses de embarazo conoció a otra mujer llamada Misuki Bakugo, que por cierto también estaba con 7 meses de embarazo, se hicieron amigas cuando iban al medico para los controles ya que siempre les tocaba el mismo día con el mismo doctor, algo raro, pero una vez sacaron conversación, siguieron hablando y hasta el día de hoy se siguen juntado para hablar.
Hasta que, por fin el día llegó.
Su bebé, la luz de sus ojos, a quién nombró Izuku, nació sin complicaciones siendo un bebé sano y fuerte, nunca había sentido tanto amor por alguien como cuando lo tuvo en brazos por primera vez.
Lloró de alegría por ese regalo de la vida.
Logró salir adelante con un trabajo de medio tiempo en un almacén de ropa, en lo que buscaba algo más estable e Izuku crecía un poco más.
En las mañanas; ella trabajaba y Mitsuki cuidaba de Izuku, en las tardes podía estar ya con él hasta el siguiente día. A el año su bebé dio sus primeros pasos, ¡Por dios! Crecía tan rápido... todavía lo recuerda como si fuera ayer...
Estaban en la casa de Mitsuki tomando el té, mientras veían a sus hijos jugar con los muñecos de All Might.
ve a Izuku apoyarse en la mini mesa para levantarse y dar paso y medio intentando llegar a donde Katsuki (el hijo de Mitsuki) había lanzado un pequeño peluche de el héroe número uno, pero no pudo más y cayó sentado.
Nada de eso no pasó desapercibido por su madre, se sorprendió y estaba muy feliz por él, estaba creciendo tan rápido... fue hasta el y le llenó de mimos en la cara y felicitándolo por haber dado sus primeros pasos.
En el fondo la rubia observaba con una sonrisa para luego levantarse e ir a dónde su propio hijo e invitarle a hacer lo mismo que Izuku y así dos madres empezaron a jugar con sus bebés en la sala de una casa.
Creció siendo algo tímido, con un corazón noble y algo travieso gracias a su mejor amigo, Katsuki, o bueno como él le decía: Kacchan, alguien con aptitud fuerte y hasta egocéntrica.
Inko estaba feliz por como iban las cosas con su niño, amante de All Might, alegre y con buenos amigos (porque con el paso del tiempo socializó más con sus vecinos), la habían transferido a administradora en poco tiempo por lo buena que era con las finanzas (por algo había sido una de las mejores de la universidad) todo iba en marcha hasta que...
–Deberías rendirte–Dijo aquel doctor, dando la noticia que destruiría los sueños de Izuku.
Sintió como algo se rompió dentro de su bebé, su niño.
–¿Qué?.
Luego de una breve explicación del porqué su hijo no tiene particularidad, se fueron a casa, aún sin poder digerir aquello.
Ella sabía lo que pasaría, sabía que su hijo sería la burla de todos, que no cumpliría su sueño. Se sentía culpable.
Al llegar a casa, Izuku fue directo a su habitación a ver de nuevo aquel video de All Might, su héroe...
–¿A-algún dí-día podré ser u-un héroe c-como él?–con dificultad y lágrimas en los ojos, le preguntó.
Dolía, dolía mucho.
–perdón, perdón, perdón Izuku–era una inútil, no le pudo dar una particularidad y un buen futuro a su hijo.
Ese día, después de 4 años, volvió a llorar y no era el mismo sentimiento de la última vez.
Después de eso, Izuku lloraba mas seguido y ella solo podía pedirle perdón, no sabia que hacer, enteró en un estado depresivo constate, se descuidó a si misma. Mitsuki la consolaba y le decía que nada de eso era su culpa, pero, el sentimiento de culpa nunca se fue.
Cuando Izuku entró a secundaria todo empeoró, llegaba con golpes, ya no salía como antes y su comunicación no era muy fluida. Él no le decía quienes le hacían daño, sabía que él no abandonada su sueño de ser héroe... pero también sabía que era algo imposible en su condición, verlo esforzarse en vano era insoportable. Todo ese estrés la estaba superando.
Su esposo... como le hacia falta ahora... lo necesitaba ahí...con ella.
hasta que...
–¡Mamá! ¡Logré entrar a la U.A!– decía el pecoso sonriente y con unas cuantas lágrimas en su rostro.
–Estoy tan feliz por ti Izuku...–le abrazó, está vez le daría todo el apoyo que este necesitara.
Bien, Izuku tenía un quirk, no sabía cómo, pero lo tenía, uno increíblemente fuerte. Estaba feliz, pero a la vez preocupada, en el fondo, ella no quería eso, no quería que su hijo peleara y saliera lastimando por aquellos crueles villanos, pero ese era su sueño y no podía hacer más que apoyarlo en todo lo que pueda.
Cuando empezó a estudiar en la U.A se lastimaba constantemente por su la falta de manejo de ese extraño quirk. Cuando supo lo de el ataque a la USJ casi le da un ataque cardíaco, su bebé frente al peligro le ponía los pelos de punta y solo le podía rogar a algún Dios que lo protegiera.
Se seguía reuniendo con Mitsuki, hablaban de todo un poco, estaban orgullosas de sus dos hijo, estaban estudiando para ser héroes, eran fuertes.