Era una habitación pequeña, casi tan claustrofóbica como una vieja cripta, con algo de polvo y algunos interesantes libros tirados que ya me leí, contaba con rincones oscuros como la noche y paredes de hormigón, grises como un día de lluvia. En frente de mi había una pequeña puerta de hierro, gris y brillante. Yo estaba sentado en medio de ese cubículo, en una silla de madera no muy cómoda, pero me encontraba inexplicablemente bien dentro de esa oscura y solitaria mas aparentemente segura habitación.
Pasaron horas, me dormí, así que no se cuantas exactamente, no recordaba como había llegado ahí, de hecho, no recordaba nada de mi vida. Solamente estaba ahí, era lo único que sabia, era lo único a lo que me podía aferrar, pero era apacible, silencio y tranquilidad me acompañaban, no había dolor, no había ruido, nada que me molestara. Ni si quiera me preguntaba el por que no me puse nervioso, solamente estaba ahí, y pasaban los minutos sin que me diera cuenta.
Entonces algo llamó a la puerta, tres fuertes golpes que hicieron retumbar la puerta de hierro.
-¿Quien es?- Pregunté, como si esa habitación ya fuera mi hogar.
-¡Abre, quiero hablar contigo!- Gritó la voz que había al otro lado de la puerta.
No me quedaban muchas opciones y ademas tenia curiosidad, opte por ser gentil y abrí, total, no había mucho que arriesgar.
Al abrir la pesada puerta retrocedí y me senté. Un alto hombre se presentó, tuvo que agacharse para poder pasar. Vestía de negro, llevaba una bonita mascara con un pico de pájaro y un sombrero de copa baja, portaba una bata negra de cuero que brillaba con los reflejos de la luz y tenia unos largos brazos que terminaban en unas manos metálicas con unas largas y afiladas garras de plata.
-Estas muy solo, por lo que veo.
-No me molesta, estoy tranquilo.- Respondí.
-¿No te apetecería compartir esos libros con alguien?- Dijo señalando a los libros que habían tirados al lado de la pared, formando una torre.
-Claro, supongo que sera divertido.
Entonces el extraño hombre dejó pasar a una persona con un saco en la cabeza en el que había pintada una cara con una sonrisa.
Me incliné para agarrar uno de los libros, el que mas me gustaba, y se lo di. Seguido, el hombre al que había entregado el libro me pegó una patada en la espinilla y se fue.
Realmente no comprendí por que hizo eso, parecía amigable y fui amable con el, pero no me importó.
-¿Te gustaría dejar otro libro a alguien mas?
-Bueno... ¿Por que no?- Dije tras pensármelo unos segundos.
Se repitió el mismo ritual: Un hombre con un saco en la cabeza entró, le di uno de los libros y me pegó un puñetazo en el costado.
Me retorcí de dolor, este golpe había dolido algo mas y seguía sin comprender por que había sido desagradable conmigo.
-Mas gente quiere de tus libros... ¿Le dejaras a alguien mas?
Fruncí el ceño, me pregunté si iba a pasar lo mismo, pero tras unos segundos dubitativos decidí dar otra oportunidad, puede que esta vez no fueran desagradables conmigo.
-Vale, que entre otra persona.- Dije.
Mismo ritual, persona con saco en la cabeza y le doy un libro, esta sin embargo me da la mano. Parecía que esta por fin era amable.

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La Habitación.
Mystery / ThrillerPequeño relato, una habitación, un extraño hombre y gente con sacos en la cabeza. Solo estáis tu y ellos.