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Habia soportado yo las insolencias de Fortunato lo mejor que podia. Pero cuando se atrevio con el insulto, jure vengarme. Tu que conoces tan bien mi caracter, supondras, sin embargo, que en ningun momento hice publica mi amenaza. Acabaria vengandome: estaba decidido..., pero la misma determinacion excluia la idea de riesgo. Yenia que vengarme, pero con impunidad. Un agravio no se repara cuandi el castigo alcanza tambien al agraviado. Tampoco se repara cuando quien se venga no se da a conocer ante quien le ha ofendido.
Ha de entenderse que nunca, ni de palabra ni de obra, le habia dado yo a Fortunato motivos para que dudara de mi buena voluntad. Continue prodigandole mis sonrisas como solia, sin que el se diera cuenta de que mi sonrisa nacia ahora de la idea de su inmolacion.

El Barril del AmontilladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora