Sufriendo

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No había hecho nada para ganar incluso una forma remota de castigo, y mucho menos una tan atroz como esta. Pero Lillian era inquebrantable y pensó lo contrario. No tuve oportunidad de argumentar en contra de su juicio, no tuve la esperanza de luchar contra ella, no había forma de escapar de ella, demonios, ninguno de nosotros podía. Si se pudiese medir la astucia y la crueldad de alguien por su belleza, entonces Lillian era  deslumbrantemente hermosa. Eso, y completamente mortal para cualquier hombre tan desafortunado de caer en su mirada.

Sus ojos eran lo suficientemente penetrantes como para que un hombre cayera de rodillas y no se volviera a levantar, pero lo que finalmente terminaba el trabajo fueron las plantas de sus temidos pies. Asesinos despiadados, el apocalipsis andante, llámalos como quieras. El punto es que sus pies eran armas temibles. Y no solo me lo parecía a mi, mis compañeros pueden decirte lo mismo. Físicamente, mágicamente, no importaba, Lillian siempre era muy superior a nosotros y a los de su misma clase. 

Sin embargo, nunca sería tan estúpido como para desafiarla, e incluso si algún día me sintiera tan borracho como para hacerlo, ¿qué demonios haría? Ni siquiera soy una centésima parte de su tamaño y hacerle frente significa tener la suerte de ver incluso su empeine.

A ella le encanta hacer estos juegos mentales con nosotros, realmente debe darle emoción porque se ha vuelto muy buena en esto. Alineados ante sus pies, despojados de nuestros bóxers y sintiendo que estamos frente a un pelotón de fusilamiento, nos quedamos ahí de pie, esperando. Las reglas son simples, sobrevive hasta que seas el único en pie y serás el último en morir. ¿No es divertido? Mientras, ella nos baña en un aura aplastante que irradiaba su simple presencia y deja que esos hornos que son sus pies nos sofoque con aire caliente que emanaban, haciéndonos sudar y perder los nervios sin saber en que momento nos iríamos. Colapsa y ella te aplasta. Sobrevive y podrás escuchar los cuerpos romperse en pedazos bajo los dedos de sus pies. Corre y morirás gritando, si además caes en la desesperación y rompes en un mar de lagrimas y suplicas, solo estarás concediéndole lo que ella quiere. Aplastarte igual que un trozo de tierra mientras se deleita con tus balbuceos chirriantes mientras pone esa mirada de victoria que ella disfruta tanto.

Sí, bueno, lo adivinaste, yo era el mayor perdedor de hoy. Quedé por encima de otros cinco hombres, llegando hasta aquí, de una forma muy retorcida,  tuve suerte e hizo que el infierno se me quedara corto.

"Mañana, estas botas se convertirán en tu hogar. Tengo la intención de usarlas contigo dentro de ellas, por supuesto, y te mantendré ahí hasta que la calor, la presión de mis pasos y esa horrible, horrible fricción que tendrás el lujo de disfrutar bajo la almohadilla desnuda de mi pie, derrita tu cuerpo. Al principio te romperé lentamente, pero a medida que avanza el día, sucumbirás más y más a mi peso. Realmente espero que lo disfrutes ahí abajo, solos tú y yo. Un verdadero placer para ti que solo puede suceder una vez".

Lillian me había dejado solo tras esas palabras, suspendido en el borde de una cómoda, con vistas a las misma botas en las que tenía la intención de acabar con mi vida mañana. Sabía que iba a terminar de alguna manera semejante, incluso antes de comenzar ese estúpido juego. Pero saberlo no facilita la realidad. Ni siquiera estoy seguro de que fue lo que me obligó a querer ganar ese juego ridículo en un primer momento. Solo un tonto acto de desafío. Durante mucho tiempo, he sabido que no debería acostumbrarme a nadie, y mucho menos ver a alguien como un amigo. He visto a muchos terminar de manera horrible, algunos justo enfrente de mi. Entonces, aunque estaba familiarizado con los chicos que estaban a mi lado en esa fila, no es que los conociera realmente. Al final, todos los gritos suenan igual de todos modos.

Recuerdo que mi familia también había gritado, y no había nada que pudiera hacer al respecto. ¿Fue hace seis, siete, diez años? No puedo recordarlo. Ha sido una pesadilla muy larga. Bueno, debe haber sido esa misma longevidad lo que me llevó hasta Lillian, o es lo que sospechaba. Ella tiene esa habilidad para oler un alma vieja y torturada como la mía. Joder, apuesto a que ella incluso sabía que iba a ganar ese juego. Probablemente había hecho todo esto como otra forma de echarme sal. Pero ahora estoy vacío, y lo he estado por mucho tiempo. Aún así, la idea de morir asado debajo de su pie metido en esa bota, no lo sé... Me daba miedo de todos modos. Supongo que no soy tan diferente al resto después de todo. Y ahora que lo pienso, tal vez ella también sabía eso.

Lo que no esperaba era que mirar a la muerte tan de cerca comenzaría a poner pensamientos graciosos en mi cabeza. Pensamientos que creía no volver a tener más. Han pasado años desde que esperaba algo y ahora solo puedo pensar en querer vivir otro día.

Las botas estaban allí como una horca a medida que pasaban las horas y mis únicos pensamientos son sobre cuán extrañamente aterrorizado estoy por entrar en ellas. Aún más a cada segundo que pasaba. Creo que, realmente no quiero entrar en ellas. En realidad estaba temblando. En algún lugar de mi cabeza puedo escucharme gritar. No puedo dejar que la desesperación invada ni un centímetro de mi cuerpo o Lillian habría ganado. Ella me romperá y ¿ahí acabaría todo? Mi familia, amigos, la muerte de cientos como yo y siempre he sido el último hombre en pie.

¿Y si me arrojo fuera de esta cómoda, muriendo rápidamente al encontrarme con el suelo, sin dolor? Apuesto a que eso la cabrearía. Pero no puedo hacerlo, ¿quién podría haber imaginado que durante todo este tiempo iba a ser demasiado cobarde para morir? Lillian... maldita sea, al infierno con ella, probablemente ella también sabía eso de mi.

No hace falta decir que no pude dormir en toda la noche y apenas cuando comenzaba a comprender esa terrible revelación de mi propia debilidad interna, Lillian apareció ante mi con una sonrisa de complicidad en su rostro.

Hermosa. Mortal. Astuta.

"¿Finalmente estás listo para sumergirte en el aire de mis pies? Querido, he esperado suficiente para este momento. Ahora sabrás lo que significa; sufrir, ese es el punto de todo esto".

Mis lágrimas me traicionaron al entrar en la bota, pero fue esa sonrisa engreída que brillaba sobre mi lo que finalmente rompió el espíritu que me quedaba.  Estoy seguro de que mi sollozo era la música más dulce que sus oídos habían recibido, incluso cuando apretó firmemente la bota a su pie, espesando el ambiente aún más con su aroma. El aroma de la derrota fue reclamado como un premio bien peleado...

Falta de aireDonde viven las historias. Descúbrelo ahora