Desde lo mas alto de la torre se admiraba un paisaje encantador, con ríos de un ancho cambiante, lagos y espejos de agua mezclados entre los grandes pinos y montañas, el sol del amanecer empieza a asomar desde el horizonte del valle, y las ruinas de las catedrales, teatros y antiguas casonas empiezan a tomar un color rosado o naranja.
Desde hace siglos que la vista no cambia y las casas ya cumplieron varias décadas de abandono, las enredaderas trepan por arcos ímperos y paredes inmensas, llegan hasta empinados tejados y recubren varios metros de edificio. Así mas o menos es la fachada del pueblo, las calles y callejones surcan las casas sin permiso y la mayoría desemboca en los bellos espejos de agua.
Pasado por las guerras, en este paraje lo que sobran son las ruinas, es muy triste y a la vez te da curiosidad, se siente la necesidad de entrar en esas enormes edificaciones barrocas a contemplar la belleza destruida, hasta quien sabe algún artista se tome el atrevimiento de convertir estas penurias en una obra maestra.
Desde de donde estoy se puede ver todo esto y mas, y puedo relacionar las ruinas con mil y un situaciones, pero no seria lo correcto ponerme a hablar sobre ellas, no en frente de tanta belleza que admirar.
Este lugar es el primer sitio, donde todo comenzó alguna vez y donde todo llegó a su fin tan trágico. Voy a bajar a reparar el desastre, es mucho el daño, pero con mis esperanzas intactas aún se que voy a lograr lo que me propongo