hoseok.

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Las semanas siguientes fueron duras para mí y tengo vagos recuerdos de aquello, porque es como si lo hubiera borrado de mi memoria. Tuve mis exámenes finales en junio, y el estrés me venció varias veces. Por suerte, tenía a mis amigos y a mi novio. Seokjin hacía gestos despreocupados por mí, como dejar golosinas en mi locker de la universidad, una vela aromática en mi escritorio (tenía olor a vainilla, y por más estúpido que parezca, me ayudo mucho a relajarme cuando sentía que mi cerebro iba a explotar.), también me tapaba cuando me quedaba dormido en el sillón con los apuntes en la mano.

Taehyung tuvo la idea de la vela aromática, me enteré de eso un tiempo después. Él y Seokjin se habían vuelto algo cercanos a partir de la idea de la vela, y porque el chico de girasoles en el pantalón le compraba cosas a Seokjin, lógicamente.

Jungkook se mantuvo a mi lado todo ese tiempo, no me descuidó ni un segundo, típico de él, me hacía sentir seguro el tener a alguien que me besara, me abrazara y me dijera que estaba haciendo un buen trabajo. Esto me acerco más a él y me alejó de la idea de dejarlo, y de salir con otra gente. Aquello había terminado con Taehyung, o eso creí.

Esa noche estábamos los tres en la cocina, Taehyung hacía té, Seokjin contaba plata y la guardaba de a fajos en una caja de zapatillas, yo estudiaba.

— ¿Azúcar? — Nos preguntó el chico de cabello recientemente teñido de azul, dejando las dos tazas en la mesa.

— Si, por favor. — Respondí y él sonrió, yendo a buscar el frasco de azúcar a la alacena y dejándolo sobre la mesa después, parándose detrás del mayor de los tres.

Me di cuenta en ese momento de que formaban una linda combinación, más que nada por el contraste entre ambos, pero no dije nada, los dejé ser, mientras Taehyung empezaba a trenzar los cabellos castaños de Seokjin, y este no decía ni una palabra.

En el medio de esa paz, se escuchó la puerta de entrada cerrarse con fuerza, y unos pasos firmes hacia nosotros acompañados de un grito.

— Ustedes, idiotas, ¿donde está Hoseok? — La chica delgada, Lisa, a quien me había encontrado el otro día, preguntaba por el mismo chico con una expresión de enojo.

— Primero que nada, se dice hola. — Habló Seokjin, tapando la caja con la tapa, y parándose de su asiento. — Segundo, no sé dónde está tu novio, sinceramente, a nadie le interesa, y no tenes ningún derecho a entrar a esta residencia así si vos no vivís acá.

— Como siempre, no servís para nada más que ser un container de drogas. Gracias por nada. — Bufó Lisa, yéndose con otro escandaloso portazo. El castaño se volvió a sentar, y se formó un silencio incómodo.

— ¿Quién es Hoseok? — Me animé a preguntar después de un rato, cuando Taehyung cerró la canilla después de lavar las tazas.

— ¿Te acordás de mi cliente del otro día? — Hice memoria, recordé que Seokjin me había hecho callar y lo atendió, era un chico de cara seria, rasgos redondeados, pelo castaño oscuro y mirada sombría. En ese momento ni lo registré, estaba concentrado en Taehyung y mi situación con Jungkook como para prestar atención a otra cosa.— Esta chica que vino es Lisa Manoban, una de primer año, su novia. Típica intento de diva, manipuladora y trepadora. Todavía me debe plata de cosas que me compro hace milenios, pero igual se las ingenió para convencer a Hoseok para que "viva sin drogas" como si ella no se metiera coca hasta por el or-

— Creo que ya entendió. — Lo interrumpió Taehyung, atando la trenza que le había quedado a medio hacer en el pelo de Seokjin con una gomita desgastada de color celeste. — La chica lo maneja como quiere, es un dominado. No se separan un segundo, y cuando lo hacen, pasa esto.

the resident | yoonkook Donde viven las historias. Descúbrelo ahora