A SooJin le empezaron a llegar notas anónimas acompañadas de un pequeño ramo de lavandas.
Shuhua, es la encargada de dejar estas notas, ya que, tiene un crush en su mejor amiga.
"Las lavandas suelen oler muy bien, así cómo tu cabello"
Atte: YSH.
"Hey, ¿te gustan los chocolates? Que pregunta más tonta, claro que te gustan, es especial los que tienen cereza."
Atte: YSH.
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—¿Qué te dejaron hoy?—le pregunto la peli naranja a la chica rubia, intentando acercarse más para poder ver.
—Aparte de las flores de siempre y la nota, hoy vienen junto a una caja de chocolates. Esto comienza a darme miedo.—afirmo la mayor guardando la nota en su casillero para girarse a mirar a la china.
—Hmm, entonces es alguien cercano, sino, ¿cómo sabría acerca de tus chocolates favoritos?
—No lo sé, puede ser un acosador.—dijo la rubia con un tono de miedo en su voz, digiriendo nuevamente su mirada a la peli naranja.
—O tal vez solo fue coincidencia.
—O tal vez...—no pudo terminar de hablar debido a un par de voces a los lejos gritando el nombre de ambas.
—¡Chicas! ¿Cómo están hoy?—preguntó con alegría notable la chica más baja del grupo.
—Buenos días para ti también, Soyeon.—respondió amablemente Seo, intentando ocultar las cosas que tenía en mano tras su espalda, cosa que fue en vano.
—Uy, ¿qué tienes ahí?—pregunto la más baja quitando la caja de las manos de la rubia.
—Una caja.—respondió con obviedad, dándole una mirada burlona a la castaña.
—Muy graciosa Seo, muy graciosa.—se defendió la chica devolviendole la caja.
—Yo también estoy bien, muchas gracias por preguntar.—añadió ahora la peli naranja, mirando a las otras dos con los brazos cruzados.
—Buenos días, YuQi.—le respondió la castaña, dándole una sonrisa seguida de un beso en la mejilla.
—Dejando los coqueteos de lado, ¿han visto a Miyeon, Minnie y Shuhua? Ya casi es hora de entrada y no las he visto llegar.—preguntó ahora la rubia, y era cierto, ya casi era hora de entrada y sus amigas todavía no llegaban.
—Miyeon no vendrá hoy, y tanto Minnie como Shuhua llegaron más temprano.—dijo la castaña restandole importancia, mirando hacía alguna parte del casi desolado pasillo.
—¿Cómo sabes tú eso?—cuestionó la rubia, mirando raro a la más bajita.
—Tengo mis medios.—le guiño un ojo antes de despedirse y tomar rumbo a uno de los salones.
—¡Oye! Esperanos.—gritaron las dos restantes antes de correr detrás suyo para poder entrar al aula.
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