Me encontraba emocionada en mi habitación haciendo mi proyecto final para graduarme con honores de la Universidad, estába tan feliz y tan orgullosa que no podía dejar de sonreír ya que esto era pan comido. Consistía en llenar un álbum con todos los temas que aprendimos en toda la carrera, sonara algo difícil pero por fortuna la fotografía era más como un tiempo de relajación que de estrés para mi (y en mi opinión una de las mejores carreras que pude haber tomado). Salí con mi nueva cámara que recién había comprado para ponerla a prueba y ver que tan eficiente era; estaba tan emocionada que fui al primer lugar que se me ocurrió (algo predecible pero eficiente). El parque estaba lleno de gente “¡esto era perfecto!” pensé ya que mientras más gente más realista y más difícil sería tomar las fotos, amaba los retos y está no sería la excepción. Trate entrar a una iglesia para una fotografía arquitectónica ya que siempre considere que la estructura de las iglesias eran elegantes y fácil de capturar esa esencia de respeto que provoca escalofríos, tome unas cinco fotos con diferentes filtros y posiciones que me permitieron obtener excelentes resultados. Al salir escuche una música algo comprometedora, si bien la letra no era la mejor, pero había de admitir que tenía ritmo. Inconscientemente me fui acercando al lugar de donde venían esas ruidosas melodías y ví a mi ex compañero de prepa y Universidad.
Demian había sido un buen amigo pero una cruel persona en todo el tiempo que llevaba conociéndolo. Tenía más de cinco años sin verlo ya que dejó la universidad casi después del primer semestre.
Con melancolía lo mire y analice; todavía usaba lentes, se notaba que se había ejercitado (más de lo que ya estaba), su cabello era más largo de lo que yo estaba acostumbrada a verlo y lo más importante y raramente icónico era que se había dejado crecer la barba. Reí para mis adentros ya que de ahí en fuera se veía exactamente igual, mantenía su esencia de chico emo con depresión y su desaliñada apariencia que de cierta forma lo hacía ver ¿sexy? “MICHELLE CONCÉNTRATE NO TENEMOS TODO EL DÍA” Gritó mi cordura, no me moleste en ir a saludarlo ya que no me sentía en todos mis sentidos como para iniciar una conversación sin sentir que me ahogaba así que lo único que hice fue capturarlo mientras cantaba y tocaba una guitarra junto con otros chicos.
Regrese a casa algo cansada viendo el pobre resultado de 10 fotos en donde solo tenía dos temas, al analizarlas y calificarlas caí en cuenta que solo 3 eran buenas, dos que eran en la iglesia y aunque odiara admitirlo, la que había tomado de Demian, rodé los ojos al ver mis pobres intentos de una foto macrográfica en donde lo único que conseguí fue que un gato arañara mi pierna y me tirara al suelo, las imágenes estaba para llorar de risa (en mi caso de pena).
Escuche como alguien llegaba y se acercaba a mi.
-Hola Mich -dijo Fabián
Tomando mis mejillas deposito un tierno beso en mis labios haciendo que solo mirara al vacío sin inmutarme. Fabián era mi prometido y vivíamos en un apartamento, llevábamos 5 años de relación y hasta hace 1 año me propuso matrimonio, sin embargo le pedí que me diera tiempo para terminar la Universidad.
-Hola Fampi, oye ¿Podrías hacer la cena esta noche? Es que realmente me siento agotada -suspire, ver a Demian me había hecho pensar todo el tiempo que pase con él haciendo que mi estómago se revolviera y terminará mentalmente exhausta.
-Amor estoy en las mismas, mi trabajo me está provocando jaquecas y dolores en el cuello que me están matando
-Cierto, casi olvido que están en épocas de taxes.
Fabián era uno de los mejores contadores de su compañía y por lo tanto el que más responsabilidad llevaba, sobre todo en las épocas de febrero a abril que eran solo trabajar, trabajar y trabajar. Me sentí mal así que me acerque a él masajeando su cuello con algo de cuidado. No estaba mintiendo, estaba todo tenso y gemía de dolor por todo el estrés acumulado en sus músculos.
