Capítulo 24

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Miraba hacia el techo de mi apartamento, exactamente al que yacía sobre mi cabeza y cama. Una mano detrás de la nuca, la otra sosteniendo el cigarrillo mientras expulsaba el humo ya filtrado. Tenía a mi lado el cenicero de cristal para no ensuciar las sábanas.

Con la ventana abierta, entraba el aire helado del invierno. Si la cerraba, la humedad volvería de mi hogar un congelador gigante. Antes de regresar a mis reflexiones, análisis y recuerdos, miré el oleaje de las cortinas e incluso noté a mi vecino tras sus vidrios, siguiendo con la limpieza que ya le había tomado bastantes horas.

Nos dimos el resto de la semana para mentalizarnos y prepararnos al cambio que se aproximaba para ambos. Fue una excusa que di con la intención de tener tiempo para planearlo todo mejor —y fumar como locomotora—, pedir consejos a mi mejor amigo y buscar otros más por internet. Lo aproveché, además, para averiguar alternativas a los cigarrillos.

En todas partes siempre aparecía que la rehabilitación era la gran solución al caso de Moon-jae. Quise aferrarme a la idea de que tenía que haber más opciones, aunque mis voces internas me repitieran que no las encontraría. Por eso pensaba en cama justo en ese momento, en ese jueves que pronto se llevaría a Moon a un empleo medianamente desconocido.

El día anterior acudí a un trabajo de catálogo y después salí con Jonah a un bar tranquilo ubicado en el corazón de la ciudad. Quería que celebráramos que mi dinero estaba de vuelta y que pronto volvería a mi tan amado estilo de vida. Aunque me resistí en un principio, terminé yendo con él en cuanto vi su auto estacionado frente al establecimiento donde tomé las fotografías y a él esperándome con una gran sonrisa.

Me preguntó si estaba feliz, si ya había buscado algún nuevo apartamento o visto muebles por internet. Todo lo negué afirmando distracción y otros trabajos para evitar arruinar nuestro encuentro. Al final, ya con los alcoholes en la mano y un sitio cómodo sobre la barra principal del establecimiento, me atreví a abrir la boca para revelarle mis planes.

No se enfureció, pero tampoco pareció muy convencido de las decisiones que deseaba tomar. Dijo que dejar la nicotina era una buena noticia, pero de resto, creía que estaba comportándome "demasiado bueno". No era su costumbre escuchar de mis labios que ayudaría a alguien sin tener intereses de por medio.

Jonah se ofreció a darle dinero a Kitsu en mi lugar para que yo no tuviera que gastarlo. Le sobraba bastante, admitió con pena. Pero me dijo que me mantuviera distanciado de Moon, que no tratara de ayudarlo porque en verdad iba a ser imposible. Incluso mencionó que mi vecino en realidad no tenía ningún tipo de adicción. Se usó a sí mismo como ejemplo de comparación.

Moon también dijo que solo era durante el trabajo y nada más, que tenía suficiente control y que no iba a caer en ningún tipo de agujero. Si hasta mi mejor amigo lo respaldaba, ¿por qué seguía sintiéndome tan inquieto al respecto?

—Además, no puedes seguirlo al trabajo para impedir que haga tal cosa u otra —Le dio un buen trago a su bebida para dar el tema por cerrado.

Y era cierto, lastimosamente. No pude contradecirlo por el mismo motivo.

Con ayuda de Jonah y durante nuestra reunión, surgió un plan que me brindó cierta esperanza. Y es que él, al ser un conocido y socio de Yamada Kougi, podía pedirle ayuda en mi lugar, fingiendo preocupación por la geisha principal y su futuro desempeño si las sustancias aumentaban dentro de su cuerpo.

Prometió que hablaría con él e intentaría convencerlo lo mejor posible, pero que no podía garantizarme que funcionara. Solo me quedaba esperar a que el fin de semana terminase y por mientras, mi cama seguiría ahí para tenerme recostado una parte considerable del día.

El balcón vecino [BL-GRATIS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora