Nos encontramos en una habitación oscura siendo lo único que la iluminaba una pequeña vela que era suficiente como para iluminar los muebles y en la mayoría de estos se encontraban todo tipo de objetos, desde cabezas de animales muertos, hasta extraños líquidos con distintos colores de dudosa procedencia.
En medio de la habitación se encontraban dos adultos y una niña de cabellos dorados y ojos color azules, extrañamente, la niña no parecía asustada, lo único que reflejaba el rostro de la niña era tristeza.
—Lavinia, tu padre y yo te amamos, pero comenzaremos a vivir separados. —dijo una mujer a la cual no se le podía ver el rostro, a su vez que estaba agachada para quedar a la misma altura que la niña. —¿Con quien quieres vivir, con tu padre o conmigo?, queremos que tú elijas.
La pequeña niña ahora conocida como Lavinia fue tomada de los hombros por la mujer, aunque la niña no miró a esta, en cambio toda su atención estaba puesta en el último adulto el cual se trataba de un hombre con cabellera castaña, él cual se encontraba sentado en un sillón con una mirada triste.
—Sí vienes conmigo descubrirás todo tipo de magia, tu potencial solo es limitado por el lugar en donde estés —la tristeza en el rostro de la niña aumentó para luego cerrar los ojos un momento.
"Mamá es fuerte ella puede estar en cualquier lugar..."
—Me quedaré con Papá.
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Nos encontramos en una casa alejada de cualquier ciudad, adentro de ésta se podía ver una sala en la cual se encontraba una persona la cual no podíamos reconocer ya que tenía un libro cubriéndole el rostro.
De repente alguien toca la puerta provocando que la persona se levante.
—Maldición... ¡Ya les dije que no pagaré impuestos! —aquella persona resultó ser un hombre canoso con mechas de color castaño.
Los golpes a la puerta no pararon haciendo que una vena aparezca en la frente del hombre.
—¡¡¡Ya voy, ya voy!!!
Cuando el hombre abrió la puerta, fue envestido por un borrón de color dorado.
—¡Papá! —exclamó una hermosa joven mujer rubia.
—¡Lavinia! ¿Qué haces aquí? —preguntó el hombre de avanzada edad con confusión en su voz.
—¿No es obvio?, vine a visitarte —la pareja se levantó aunque la rubia seguía manteniendo su abrazo.
—Hija, suéltame.
—No. —respondió la rubia.
—Ya no eres una niña como para hacer esto, ahora eres toda una mujer y deberías comportarte como una.
—¡Nunca! —la mujer de cabellera dorada empezó a hacer cosquillas al hombre de avanzada edad provocando que éste grite.
—¡¡¡Ahhh!!!
Tiempo Después
—Espero que hayas aprendido la lección —dijo Lavinia con una sonrisa de victoria a cierto hombre el cual estaba tirado el el suelo. —Ya es tarde, te voy a preparar la cena.
La mujer de ojos azules caminó hasta llegar a una cocina para luego abrir un refrigerador para después esta tener una gota de sudor.
—... Papá, sigues matando cabras para después vivirlas, ¿verdad?
—¡Por supuesto! ¡Jamás pagaré impuestos! —dijo el hombre con total orgullo empeorando la expresión en el rostro de la rubia.
Tiempo Después
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