Segundo.

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Él fumaba.

Fumaba dentro de una habitación, despapelada, gris y vieja, con olor a moho y cigarros.

Vacía, como él y sus pulmones.

Fumaba en una habitación cerrada, porque no quería dañar al cielo, aunque ya estaba dañado, como él.

Fumaba porque quería ver cuánto soportaban sus pulmones, y cuánto soportaba él.

Él fumaba.

Pero el fumar no aliviaba sus penas.

Y no hacía que el cielo dejara de desaparecer.

lo que Ellos sientenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora