Prologo.

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En esta noche de verano yo únicamente podía sentir frío producto de la fiebre que estaba asolándome desde hace ya varios días. Lo ideal habría sido ser curado con magia o con alguna poción pero en este pobre pueblo no residía ningún curandero y tampoco llegaban pociones de parte de los mercaderes.

Mi madre estaba sentada a mi lado con un rostro lleno de preocupación pero regalándome la mejor sonrisa posible para evitar que perdiera la esperanza...Sí, mi amada y fuerte madre.

Papá había muerto hace ya 5 años, cuando yo sólo tenía 6. Mamá se había quedado sola con 3 hijos, de los cuales yo era el de en medio, todos estábamos devastados por la muerte de papá pero mamá y Alex, mi hermano mayor afrontaron la crueldad del mundo de frente y entre los dos, de alguna manera, lograron sacar a esta familia a flote. Alex cazaba con los pocos conocimientos que había heredado de papá, el cazador del pueblo, pero poco a poco fue adquiriendo experiencia. Mamá, en cambio, se dedicaba a tejer bellas artesanías que vendía a precios moderados con los mercaderes y ocasionalmente con la gente del pueblo.

Mi hermana pequeña, Alondra, y yo vivíamos felices pasando nuestros días jugando y aprendiendo, Alondra a hacer artesanías con mamá y yo cazando con Alex. Parecía que las tormentas que azotaban a nuestra familia se estaban yendo poco a poco hasta que la desgracia atacó nuevamente.

Durante una expedición de caza a un terreno seguro hace 3 años en la que acompañaba a Alex nos encontramos con un oso hambriento o rabiosos, realmente no sabría describirlo, solo tenía 9 años. Alex me hizo señas para que lo siguiera, nos estábamos alejando lentamente de el sin hacer ruido cuando se percató de nuestro olor, aún me culpo por eso, seguramente olió mi sudor frío producto del pánico que me atacaba. El oso cargó violentamente contra nosotros, corrimos lo más rápido que pudimos pero el oso era demasiado rápido. Llegamos a una pendiente cuando nos dimos cuenta de que el oso estaba a 7 metros de nosotros y en ese momento solo sentí la mano de mi hermano lanzándome pendiente abajo mientras el corría en otra dirección para distraer al oso. Grité tan fuerte como pude pero no hubo nada que eso pudiera solucionar.

Con diversos raspones y con un esguince en el tobillo izquierdo caminé al pueblo tan rápido como me fue posible, soltando desgarradores gritos de desesperación mientras las lágrimas corrían por mis hinchadas mejillas. Alex necesitaba ayuda urgentemente y cuando las personas del pueblo escucharon mis gritos a lo lejos salieron a mi auxilio, pero yo no quería su ayuda, Alex era quien los necesitaba.

Al explicar la situación los hombres del pueblo organizaron una partida para cazar al oso y buscar a mi hermano. Los vi partir por la tarde y fui llevado a que me curaran las heridas. Pasaron las horas y la luna se asomó, mi madre y mi hermana me dijeron que debía descansar, que debía dormir, pero la preocupación en mi cabeza era mucho más grande que el cansancio en mi cuerpo. Con el cuerpo herido y bajo el manto de la oscuridad comencé a ver el tiempo pasar lentamente hasta que poco después del amanecer escuché que alguien golpeaba la puerta, me levanté y me apresuré a llegar a la puerta, mi hermano debía de estar esperándome ahí, pero la realidad no lo trajo a casa de la forma en que imaginaba.

A solo tres metros de la puerta vi como mi madre se desplomaba y rompía en llanto mientras el rostro del hombre que había tocado la puerta expresaba una profunda pena, aquel hombre sostenía el desfigurado cadáver de mi hermano en sus brazos.

Después de aquello mi madre maldijo al mundo durante meses, lamentándose porque la desgracia perseguía a nuestra familia y nos eran arrebatados todos nuestros seres amados. Por otro lado mi hermana comenzó a encargarse de las labores domésticas y la creación de artesanías, se convirtió en la luz de nuestras vidas porque, con mi madre sumida en la depresión y yo siendo abrumado por el sentimiento de culpa, ella se mantuvo firme y miró al futuro con esperanza.

Un destino cruelWhere stories live. Discover now