cuerpos de porcelana

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Tus manos frías eran brasas calientes en mí piel, un tacto casi ebrio después de las doce y media de la noche. Como frágiles focos explotando en cada parpadear.

Tus únicas palabras eran como mí ingenuidad después de cada pregunta, era cuestión de observar tus ojos marrones oscuros y adivinar que un No saldría acompañado de un abrazador toque en mí mejilla esos que siempre dejaban una marca cálida en mí piel, como cuando me gustaba trazar una y otra vez grandes pinceladas en uno de esos lienzos ya sucios.

De vez en cuando me dabas tiempo para mí. Me metía en la tina y me quedaba horas y horas sumergida allí intentando reconstruirme de nuevo solo para ti al igual que mis viejos pinceles en un vaso de agua caliente para que así volvieran a estar limpios. Fue una lástima que tus caricias algo toscas no se pudieran ir también con ella como la pintura en aquellos pinceles.

Me acostumbré tanto a ti que cuando tus manos algo ebrias no tocaban ni un centímetro de piel me asustaba. Al final me sentí como un cristal frágil con temor a romperse una y otra vez contra el suelo.

El invierno se sintió como si fuera verano porque mí cuerpo siempre se mantuvo caliente en esa época pero en primavera fue todo lo contrario; mí cuerpo comenzó a no sentir más ese calor eufórico en tus toques.

Las habitaciones se volvieron como un gran congelador en donde los carniceros guardaban la carne fresca varias veces y la tina era como tomar limonada bien fresca con una gran cantidad de hielo. Mí cuerpo repentinamente comenzó a sentirse más pesado de lo normal ya no podía hacer esos movimientos bruscos como antes y me pareció buena idea echarle la culpa a la falta de sueño pero ¿eso no es cierto o si amor?

Me sentí como una reliquia guardada en una estantería, como un juego de tazas de porcelana agrietada que guardas en una caja para que no se terminé de romper pero supongo que al final eso sucedió conmigo, me utilizaste tanto como ese juego de tazas que de a poco me fui desgastando con el paso de los años hasta el punto de tener pequeñas grietas.

Ahora observo todo con claridad a través del cristal aunque en realidad estén todas las habitaciones a oscuras. ¿Mí consuelo aquí? Es que al menos no soy el único juego de tazas en esta repisa enorme, supongo que después de todo algo de amor quedó en ti como para que yo tuviera una pequeña compañía aquí aunque ella no pudiera emitir ningún sonido en realidad.




-Aveces nos vemos candentes a una altura adecuada y de vez en cuando brillamos con los hermosos reflejos de los cristales frente a nosotros.

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