Orvis Divisa

Uno

Me estoy muriendo. El cielo me va a tragar y moriré asfixiada. He estado toda la tarde intentando superarte, intentando olvidarte, Nox, y no puedo. Quiero alcanzar el cielo con mis manos y traerte de vuelta.

Estoy cansada de gritar por tu ausencia, siento que ya no tengo voz, ni presencia, ni un ser. Nox, tú eras mío, tan mío como mi tabla, tan mío como mi vida; y te robaron.

Un día, Nox, apareciste muerto. O más bien lo contrario, no apareciste más. Un día, Nox, te llevaron y todos se dedicaron a olvidarte, pero yo no. Si tú eras mi escape, dime ¿Cómo puedo salir ahora? Estoy atrapada ahora por más que sólo el domo.

Tengo miedo de descender a la tierra, si bajo debo enfrentarme a todo. A mi casa vacía, a mi mano sin la tuya. No estaba lista, Nox, no para perder a alguien más.

Y lloro en lo alto porque no tengo con quién llorar abajo, porque si realmente estás en el cielo, así estoy un poco más cerca de ti. Amigo, necesito que bajes conmigo, pero no será así.

El descenso es lo más doloroso, es caerme de cabeza. Es dejar de respirar hasta casi tocar suelo para luego flotar, a centímetros, pensando en escapar e irme volando... el problema es dónde, el problema es sin ti.

Es tocar tierra y mecanizarse nuevamente, los gritos, tan claros allá arriba, ahora se convierten en pensamientos. Voy caminando en las interminables calles de la ciudad, a esta hora sólo quedan los obreros volviendo a sus casas, cansados, mugrientos; excepto Papá, él jamás llega.

Hoy, Nox, te rendiré tributo como se debe, como te hubiera gustado. Te leeré los cuentos más bellos, los poemas más tristes. Hoy te voy a leer la biblioteca entera, antes de que todos te olviden. 

Sólo por esta noche, creeré que aún sostienes mi mano, mientras nos metemos a escondidas en el Museo, que aún me abrazas para calmar mi corazón mientras leemos o mientras lloro al recordarla. Hoy no sólo pensaré en ella, Nox, pensaré en ti y, al leer, les dedicaré todo lo que ustedes no pudieron conocer. A ella, mi vida, y a ti, mi corazón.