CAPÍTULO 1
La tormenta rugía afuera, azotando la ventana con ráfagas de lluvia y viento. El cielo estaba pintado de un oscuro tono grisáceo, iluminado de vez en cuando por relámpagos que desgarraban la noche. En el interior de una habitación, dos mujeres compartían un silencio cargado de tensión. Una de ellas, de cabello oscuro y ojos profundos, se erguía junto a la ventana, observando con inquietud el torbellino de la tormenta que rugía fuera.
La segunda mujer, sentada frente a un pesado escritorio de madera antigua, sostenía entre sus manos una carta arrugada. Sus ojos escudriñaban cada palabra impresa en ella con una mezcla de preocupación y determinación. La carta, escrita con una caligrafía elegante, anunciaba un llamado urgente a discutir la creciente amenaza de vampiros en la zona.
- No podemos ignorar esto, Elara – insistió la mujer del escritorio, su voz resonando en el silencio de la habitación.
Elara, la joven junto a la ventana frunció el ceño con desconfianza. Sus ojos se estrecharon al enfrentarse al destello de un relámpago que iluminaba fugazmente el paisaje exterior.
- No confío en ellos, Vera – respondió con voz firme, apartando la mirada de la tormenta para dirigirla a su Alpha - ¿Cómo podemos estar seguras de que tienen otras intenciones? -
Vera suspiró, apretando con fuerza la carta entre sus dedos. '
- Lo sé, Elara. Pero no podemos permitirnos el lujo de ignorar esta amenaza. Si los vampiros están al acecho, nuestro pueblo está en peligro. No podemos quedarnos de brazos cruzados.
Un escalofrío recorrió la espalda de Elara mientras reflexionaba sobre las palabras de su amiga. Durante generaciones, su pueblo había permanecido oculto de los ojos del mundo exterior, protegido por antiguos pactos. La idea de abrir sus puertas a extraños, incluso en tiempos de peligro, le resultaba profundamente perturbadora.
- Pero ¿Y si es una trampa? – insistió Elara, acercándose lentamente al escritorio donde Vera seguía sentada -. No sabemos quiénes son realmente, ni qué motivos los impulsan a buscarnos ahora.
Vera asintió con comprensión, soltando la carta y extendiéndola hacia su amiga.
- Lo entiendo, Elara. Pero si hay alguna posibilidad de proteger a nuestro pueblo, debemos tomar el riesgo.
Elara vaciló por un momento, su mirad alternando entre la carta sobre el escritorio y los ojos sinceros de Vera. Finalmente, asintió con determinación.
- Está bien, haré lo que digas – declaro - Pero no bajaré la guardia. No permitiré que nadie te ponga en peligro. -
Un destello de orgullo brilló en los ojos de Vera mientras se ponía de pie y abrazaba a su Beta. Habían sido compañeras desde la infancia; sus padres, renegados de su anterior manada, encontraron refugio en la suya. Siempre habían permanecido unidas, y aunque Elara se había distanciado un poco debido a su reciente emparejamiento seguía siendo una excelente Beta.
- ¿Qué pasará con la manada en nuestra ausencia? – preguntó Elara
- Garen podría tomar las riendas temporalmente – respondió, recordando a la pareja de su amiga. Se trataba de un lobo fuerte e inteligente que había sido un apoyo constante para la manada – Es un líder competente y leal. -
Elara asintió, reconociendo las cualidades de su pareja.
- Búscale y dile que venga. Quiero que vigile unos cuantos asuntos de cerca mientras yo no estoy. Luego, prepara un carruaje. Tenemos que partir lo más pronto posible. -

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La Reina Rogue
Hombres LoboEn los rincones más remotos del territorio, una manada de lobos marginados halla su refugio bajo el liderazgo de un lobo valiente que se convierte en su Alpha. Enfrentados al auge de los vampiros, esta nueva manada se ve obligada a luchar por su sup...