Première: Una caminata peculiar
Era un día de invierno cualquiera. Mis padres seguían en Berna, así que yo estaba solo en mi casa. Un día caminaba por una calle comercial de unas cuantas esquinas lejos de mi casa, a eso de las siete y media de la mañana, acompañado del cálido suéter que me hizo mi madre hace unas semanas. Estaba contemplando el paisaje, dejando vagar mi mente en la suave nieve y en los faroles encendidos, que, juntos, hacían un juego de colores muy bello, cuando de repente, frente a la tienda de artesanías de mi abuela Serafina (que precisamente estaba cerrada, al igual que las demás tiendas), encontré una chica que yacía tirada en el suelo, sin ningún vestido más que una sábana que la cubría, y un bello adorno con forma de rosa en su cabello, un poco arriba de su oreja, era bastante hermosa, tenía un cabello negro, largo y brillante, su piel era blanca, en su nariz reposaban unas cuantas pecas que la hacían ver un tanto tierna, supuse que era europea, de repente me alarmé (estaba tan concentrado contemplándola que me olvidé de la situación) y verifiqué si respiraba, efectivamente, así era.
—¿Qué hace ella aquí? —Me dije a mí mismo—. Debe ser un milagro que aún siga viva.
De repente me quité mi suéter y se lo puse con sumo cuidado, temiendo que despertara y le diera una interpretación errónea a la situación, quedando mi torso cubierto solamente por mi camisa, la levanté con cuidado, la eché sobre mis hombros, y la llevé hasta el edificio en que vivía mi tío Michael, ya que quedaba más cerca que mi casa y no debía caminar tanto, además, él tenía conocimiento sobre primeros auxilios, era experto en hacer medicamentos caseros, vivía en un primer piso, lo que me ahorraba la molestia de subir las escaleras con la chica a cuestas.
Estaba ya en el edificio, el portero se acercó a mí, al parecer, era un hombre bastante amable, de unos 65 años de edad.
—Buenos días, joven, ¿qué se le ofrece a tan temprana hora?
—Buenos días, señor Thomas — Dije, leyendo su nombre en la placa que llevaba en el uniforme—. Vengo a visitar a mi tío Michael, ¿Se encuentra?
—Claro, no lo he visto salir de su residencia —Dijo, haciéndome pasar.
El portero, muy amablemente, me ayudó a subir a la chica por los escalones de la entrada, seguía inconsciente, pero sentía su respiración en mi oreja, lo cual me calmaba un poco. Seguí caminando por el pasillo, buscando el apartamento de mi tío Michael con la mirada, hasta que al fin lo encontré, Tomé la aldaba con mis manos y toqué la puerta, esperé un poco a que mi tío abriera.
— ¡Elliott! —Exclamó mi tío, sorprendido—. ¿Qué haces aquí a estas horas de la mañana?
—Hola, tío, ¿puedo pasar?, te contaré luego de estar adentro, me muero del frio, además, llevo a esta chica a cuestas desde la tienda de mi abuela —Dije, soltando una sonrisa mientras tiritaba del frio.
Mi tío soltó una carcajada y me dejó pasar, nos acomodamos cerca de su sillón y encendió la chimenea, acomodé a la chica en el diván, sin dejar de verla, realmente se me hacía muy bella, le puse una cobija encima y le conté lo sucedido a mi tío, mientras nos tomábamos una taza del peculiar chocolate caliente de mi abuela, estaba realmente delicioso, es una receta secreta de mi familia. Mi tío sonrió y le puso un pañuelo húmedo a la chica en la frente, mientras iba por unas cuantas hierbas y jarabes caseros, los mezcló y vertió un poco en un trozo de algodón, lo puso en la nariz de la chica por unos minutos mientras conversábamos.
—Y, ¿Dónde dices que la encontraste? —Preguntó, dándole un sorbo al chocolate caliente.
—Frente a la tienda de artesanías de mi abuela Serafina —dije, tomando igualmente un poco de chocolate—. Estaba inconsciente en el suelo, así que decidí traerla.

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Liz
RomanceSinopsis: "...No se puede cambiar quién eres, por más amnesia que se tenga, tu esencia sigue, los accidentes son pasajeros, pero seguirás siendo tú, sin embargo... ¿Ella sigue siendo Ella? Esta es la historia de Elliott, un chico común y corriente q...