Ese costal de pulgas

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— ¡Ya! —Klaus gritó, casi rompiéndose la garganta en el camino, la gente se detuvo a mirar qué ocurría, cabezas girándose para ver al joven—. ¡Déjame! Vete. Shú —Intentó alejar al perro moviendo sus manos frente a él, haciendo movimientos un poco bruscos para espantarlo, pero el perro ni se inmutó, lo continuaba mirando inmóvil, como si fuera un fantasma.

—Klaus —Ben comentó a su costado. Klaus lo ignoró, centrándose en el perro—. Klaus... —Ben intentó de nuevo—. Klaus, deja de humillarte, la gente te está mirando.

— ¡UGH! ¿Crees que me importa que me miren? Veo aquí a muchas personas que me están mirando, y no sé exactamente quién es real y quién no —Klaus exclamó exasperado, sus piernas moviéndose frenéticamente y su frente sudando—. Ben, lo único que necesito es un poco de dinero. ¿Acaso tienes dinero que me pases en éste instante?

—No.

—Bien. Entonces guarda silencio y déjame lidiar con este costal de pulgas —explicó con un movimiento nervioso de sus manos—. Ahora —dijo, volviéndose al perro—, ¿tú tienes dinero? —Preguntó, apoyando sus manos en sus rodillas e inclinándose un poco, pero el perro sólo movió la cola suavemente—. ¿No? Genial. ¡Entonces deja de seguirme! —Gritó y se dio la vuelta para continuar su búsqueda desesperada de dinero.

Su nivel de sobriedad le estaba haciendo mal, se daba cuenta. Estaba irritable y le sudaban las manos, pero a todos les pasaba eso, él ni siquiera notaba esos síntomas, porque estaba más preocupado de mantener su respiración baja y sus pasos silenciosos para que los miles de fantasmas que rondaban las calles no voltearan a verlo.

Podía con Ben, joder que no sabría qué hacer si Ben no estuviera ahí, posiblemente ya se habría ido al otro mundo a hacerle compañía a los fantasmas que lo perseguían. Ya no soportaba estar así de sobrio. Necesitaba algo, algún calmante. No. Necesitaba algo fuerte. Estaba desesperado. Estaba al punto del colapso y lo estaba siguiendo un estúpido perro.

— ¡YA DÉJAME EN PAZ! —gritó por milésima vez.

— ¡Klaus, en serio, deja de gritar! —Ben le llamó la atención por millonésima vez—. ¿Qué no te das cuenta? —Klaus lo miró incrédulo—, no está vivo, Klaus. Es un fantasma.

Hubo un momento de silencio mientras Klaus miraba a Ben fijamente, la mirada ojerosa y cansada. No hizo ninguna mueca, no tenía expresión para poner. Dejó caer su cabeza, haciéndose sonar la espina en el movimiento.

—Genial —dijo con la voz suave—. Ahora también veo bicharracos.

—No creo que esté tan mal —Ben intentó aligerar el ambiente lleno de fantasmas.

—No... no está tan mal. —Klaus rodó los ojos mientras meneaba su cabeza—. Está terrible, Ben. En serio que necesito algo. Lo que sea. No lo sé... Dios, si existes, por favor, envíame un billete o algo para poder despertar de esta pesadilla.

Y, como si su plegaria hubiera sido escuchada por ese maravilloso ser que habitaba en las nubes de esa horrible ciudad, el viento sopló con fuerza e hizo llegar un billete a las manos de Klaus.

El joven sostuvo el papel en sus manos, mirándolo incrédulo, sin poder creer lo que había pasado. ¿Debía reír? No estaba seguro, sólo sabía que ahora tenía el dinero y correría hasta algún dealer para comprarle una de las pastillas fuertes. Oh, sí. Eso era todo lo que necesitaba, algo que lo dejara elevado durante horas.

—Juro que comenzaré a rezar más a menudo —dijo, besando el billete y corriendo hacia los callejones de la ciudad.

Ben no dijo nada. Incluso si lo hacía no sería escuchado, así que prefería conservar su fantasmagórica saliva para algo más importante que intentar detener a su hermano en drogarse. Suspiró con fuerza y miró al perro.

Ese costal de pulgas [The Umbrella Academy - Klaus]Where stories live. Discover now