»Único«

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Una gota de agua cayó del cielo, Jimin alzó la mirada y suspiró. Estaba empezando a llover y él no andaba un paraguas. ¿Sería buena idea regresar a la tienda o mejor corría a buscar el autobús? Indeciso, ni cuenta se dio de que sus pies se movían en dirección a su negocio. El local no estaba lejos, solo debía caminar una cuadra y llegaba.

Buscó sus llaves y abrió rápidamente la puerta, entró para luego quitarse la chaqueta y sacudir su cabello húmedo. Suspiró abatido viendo la lluvia incrementar, al menos se encontraba en un lugar seguro y propio, pero de verdad se moría por estar en su casa viendo televisión y tomando chocolate caliente desde su cálido sofá.

Un trueno resonó haciéndole volver a la realidad, donde él estaba solo en el interior de la floristería Park, con frío y en la oscuridad porque de repente l luz decidió irse. Soltó un quejido mientras miraba su alrededor con cierta inquietud. ¿Qué podría hacer?

Pretendía esconderse detrás de la barra en el suelo hasta que la tormenta finalizara, pero la puerta del local de abrió estrepitosamente ocasionando que brincara sorprendido y asustado. Su corazón latió desenfrenado cuando divisó una figura oscura parado en la entrada, lo cubría un montón de prendas gruesas que parecían protegerlo del frío y no alcanza a verlo bien.

Se llevó una mano al pecho en el momento que el sujeto se quitó el gorro de la cabeza, revelando un rostro. Jimin creyó que su corazón saldría disparado al poder reconocer a la persona que pisaba su alfombra, tembló nervioso y suspiró. Todas esas sensaciones inexplicable aparecieron porque él ser más precioso de la tierra, su amor platónico, el chico de mejillas rellenas y sonrojadas, Min Yoongi, estaba frente a él.

—Huh... —murmuró el pelinegro retrocediendo un poco, la timidez se reflejaba en sus acciones y ojos felinos—. Lo siento por haber entrado de esa forma, perdóname, n-no fue mi intención hacerlo, es solo que la lluvia... no me gusta —susurró preocupado.

Jimin aún no salía de su ensoñación donde le gritaba a Yoongi que dejara de pensar en eso y mejor se acercara para poder tocar sus cachetes gorditos. Sacudió la cabeza y abrió la boca para hablar.

—Está b-bien —dijo al fin. Carraspeó y se dio la vuelta dispuesto a buscar un par de velas-. Puedes quedarte, no tengo ningún problema... ¿Yoongi-ssi? —se giró dudoso, a lo cual Yoongi tragó saliva y negó.

—Llámame hyung.

Jimin asintió tranquilo y volvió a darse la vuelta para gritar silenciosamente sin que el pelinegro lo viera. Después de salir de su burbuja fanático alocado, encontró tres velas, las llevó a una mesa cercana y las encendió usando el único fósforo que tenía la caja. Teniendo mejor iluminación, Jimin se sintió más tranquilo, levantó la vista y enamorado, contempló la figura rellenita de Yoongi quien se había quitado las prendas de encima quedando con un sencillo suéter azul.

Desde el día que conoció a Yoongi su imagen quedó guardada en su mente. Esponjoso y suave era lo primero que pensaba sobre él, su piel gordita y lechosa le provocaba ganas de querer morderla para saber qué se sentía tocar el cielo. Ambos fueron compañeros en la secundaria y en ese tiempo fue cuando Jimin se topó con su presencia en uno de los pasillos, en ese momento solo pudo quedar flechado y adorarlo desde lejos, escribiéndole notas de amor que eran desechadas a la basura más tarde.

Sin embargo, el bullying que Yoongi recibía a diario por parte de unos estudiantes de grado superior le obligó a cambiarse de escuela porque la directora y los profesores se negaron a ayudarle. Para Jimin fue un golpe doloroso saber que incluso se mudaría de la ciudad, no tuvo otro remedio que verlo el último día de clases y dejarle una pequeña nota en la mochila que esperaba Yoongi no fuera capaz de tirarla o romperla.

❝통통한 뺨❞; Chubby Cheeks |Yoonmin| |OS|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora