26.- Heridas que sanan 🔹️

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ETHAN

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ETHAN

La manilla del reloj que está incrustado en la pared junto al letrero de cirugía marcan más de media noche, ha pasado alrededor de dos horas desde que nos trajo la ambulancia al hospital.

Estamos en el mismo hospital que ella trabaja, por la expresión en que los ojos de uno de los médicos la vio, sacudió mis nervios imaginando que nada en ella estaba bien y lo he confirmo porque desde que se la llevaron dentro, ninguno de ellos ha dicho nada.

Llevo mis manos al rostro por la desesperación y frustración de no tener ninguna respuesta sobre nada. No he parado de caminar de un lado a otro en este espacio pequeño en la sala de urgencias.

El cronómetro aún sigue su curso, y aunque parece que estamos lejos de saber la condición de Rachel, espero que sea pronto.

- ¿No ha salido? -esta vez vuelve a preguntar Charlie preocupada, con dos vasos desechables de café en la mano. Su rostro está bastante decaído, sin excepción de sus ojos hinchados por estar llorando desde que coloco un pie en el hospital.

Es normal, ya que son mejores amigas, y si su vida dependiera de ella se sacrificaría estoy seguro.

Charlie me tiende uno de los vasos, y niego ante su pregunta. Ella sabe muy bien, que se está tomando más de lo normal y por eso se preocupa.

Me señala uno de los bancos, y acepto sin dejar de despegar mi mirada a las grandes puertas de vidrio que redirigen a la sala de cirugía al final del pasillo.

Mis ojos caen sobre los pequeños cuerpos adormilados que estan recostados con sus cabezas en cada uno de los muslos de James, el mismo que se encuentra con los labios entreabiertos y no se si esta igual o mucho peor que los niños.

- Creo que debería llevarlos a casa, una vez que Rachel salga de cirugía - sugiere Charlie, mientras camina hacía los tres mosqueteros y los cubre con una manta del frío que emana el aire acondicionado.

Desvío de inmediato mis ojos, al escuchar unos pasos desde el otro lado de la puerta y aunque esta no abre, Charlie se levanta rápido, también lo hago y nuestras miradas se cruzan esperando a que toda esta pesadilla ya termine.

Las puertas se abren expulsando un aire aun más helado que estremece mi cuerpo, ninguno de los dos despegamos los ojos sobre aquel hombre blanco de contextura gruesa y un poco más alto que ambos, su cabello azabache limita a que rodea por lo menos unos cincuenta años, sus pies proyectan hacia nosotros mientras se quita el gorro de tela- ¿Familia de la señora O'Brien ? - pregunta una vez con nosotros.

-Soy su novio y ella su amiga- hablo firme, a pesar de que se me forme un nudo en la garganta me permito mantenerme fuerte y mentiría si dijera que no tengo miedo de lo que se vendrá.

¡Ey, IDIOTA! Quiero Volver Amar ©️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora