Caminaba por los pasillos con los libros pegados al pecho, mirando al suelo. Solo pensaba en llegar rápido a mi aula para no cruzarme con algún indeseable que le diera por meterme una paliza.
Cuando llegué a la clase y me senté en un pupitre de la primera fila, empezó el juego.
— Pero mira quien tenemos aquí…
Cerré los ojos y llamé al profesor mentalmente, que tenía que llegar después de nosotros justo hoy, y justo ahora.
Thomas Green se plantó, todo lo alto que era, frente a mí, con una sonrisa diabólica.
— ¿Cómo está la princesita?
Él y su panda de amigos se rieron como si acabaran de oír el mejor chiste de su vida, pero a mí solo me provocó un estremecimiento.
— ¿No sabes que es de mala educación no contestar cuando te hablan? —me increpó—. Te he preguntado que como estás.
— Bi-bien— tartamudeé, no muy seguro.
— ¿Ah, sí? No te preocupes, cambiaremos eso cuando acaben las clases.
Me guiñó un ojo, el muy estúpido, y se fue a sentar en la última fila.
Suspiré y una chica que tenía al lado me susurró:
— Estas muerto, maricón.
Arrugué la nariz y quise contestarle: oh, ¿en serio? Vaya, gracias por la aclaración; pero no dije nada y saqué un folio y un bolígrafo para tomar apuntes.
Las clases pasaron lentas, recibiendo miradas de asco por parte de algunos alumnos, otros solo me ignoraban.
Cuando me estaba preparando mentalmente para salir disparado a la parada del bus, alguien me empujó contra las taquillas.
Antes de que me diera tiempo a reaccionar, ya me habían sujetado los brazos por detrás de la espalda y se habían deshecho de mi mochila.
— ¿Te ibas ya? Pero bueno; si te estábamos esperando.
Contuve las ganas de llorar cuando el primer golpe impactó en mi cuerpo.
Cada vez que Thomas me pegaba, alguno de sus colegas me susurraban al oído cosas como: ¿Te está gustando? Disfruta de tu sesión de masaje. O como: ¿Después vas a irte a casa para que tu novio te dé por detrás como a una nena?
Cuando creí que iba a morirme, alguien apartó a Thomas de mí.
— Creo que ya es suficiente.
Miré hacia arriba, esperando ver a algún profesor o alguien de mantenimiento, pero me quedé atónito al encontrarme con la mirada de Alexander Lightwood.