Hacia una nueva vida

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Era una fría mañana de otoño, pero los cálidos colores de las hojas de los árboles me daban ganas de ir a tumbarme bajo ellos. Llevaba dos horas cabeceando en el asiento del copiloto. Empezaba a creer que nos habíamos perdido, pero quería fiarme del sentido de orientación de mi hermano James.

Me llamo Rose.Decidimos mudarnos de San Francisco cuando le ofrecieron un puesto de trabajo a James como médico de un pueblo. Me pareció buen momento para dejar atras el fantasma de nuestra vida pasada. Mi madre murió cuando era muy pequeña y mi padre nos abandonó cuando James cumplió los dieciocho.

Hacía tan sólo dos meses me habían operado de la médula espinal para evitar que la leucemia acabará con mi vida. A pesar de no poder casi mantenerme de pie los médicos decían que era fuerte, por que no había perdido el pelo con la quimio. A James le pareció bien que nos fuéramos  a vivir al campo, ya que el podía darme los cuidados necesarios y así estaría más tranquila.

Me apetecía tan poco ir a vivir a aquel pueblo como lo que me apetecía vivir en San Francisco.

Al cabo de media hora empezaron a aparecer casitas y en unos minutos llegarmos al pueblo.

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