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Y aquí estoy. Con una botella en mi mano y mi mente llena de recuerdos, si, recuerdos que cada que se asoman, dejan caos y dolor. Como si mil dagas traspasaran mi corazón.

Me pregunto.

¿Cuándo me volví tan débil?

¿Desde cuándo necesito del alcohol para intentar aliviar mi tormento?

Y lo más importante.

¿Cómo llegue aquí?, un poco ebrio en la azotea de un hospital.

Y es que, ahora lo recuerdo. Soy una víctima. Víctima de una sensación extraña, un «sentimiento» si es que podemos llamarlo así, se hace llamar... amor. Muchos lo definen como lo mejor del mundo. Otros lo describen como un arma de doble filo, un camino seguro a la muerte del alma; así, es como lo percibo en estos momentos... Y no puedo imaginar ¿cómo algo que consideraste maravilloso puede convertirse en un infierno en segundos?

¿Cuándo fue que todo cambió?

¿Desde cuándo somos tan fríos e insensibles?

¿O es que apenas lo estoy descubriendo?

Si, eso es lo que me tiene aquí, ¿cómo fue que yo, Jung Ho Seok, un empresario joven y exitoso, teniendo todo lo que la mayoría desea alcanzar, se siente tan vacío?

Claro, algunos creen que el dinero es el significado de felicidad, y tal vez lo sea, cuando tienes con quien compartirlo. No es mi caso, estoy solo. Pero... Ahora que lo pienso, todo fue mi culpa ¿verdad?, fui yo quien me hundió en este pozo obscuro, fui yo quien apagó los luceros que le daban sentido a mi asquerosa vida, fui yo quien terminó matándose a si mismo, desde su interior, porque es lo que soy; un cuerpo sin alma, un espacio vacío, un recipiente, que vacila entre la verdadera muerte y la falsa vida.

El frío traspasa mi abrigo, y mi piel empieza a sentir el golpe del viento. Doy otro trago a la botella que yace en mi mano, el alcohol quema mi garganta y mis ojos siguen sintiendo ese picor que tanto odio, las lágrimas amenazan con salir de nuevo.

Avanzo hasta la orilla del edificio y veo hacía abajo, no siento temor de caer, ya no tengo nada que perder. Ya lo he perdido todo.

Doy un último trago y tiro el envase lejos de mi, creo que se ha quebrado, no me interesa en lo absoluto. Solo oigo los ruidos a mi alrededor, no presto atención a nada más que a la idea que ha cruzado mi mente hace un par de días, pero siendo el cobarde que soy, me ha sido difícil convencerme.

Salta.

Cierro mis ojos, mi pecho duele y no me di cuenta de cuando las lágrimas habían escapado.

Salta.

Más recuerdos vienen a mi mente. Mi corazón se siente explotar.

Salta.

Tal vez, solo debo liberarme de este castigo y... saltar hacia, el fin.

--Hoseok, ¿qué crees que haces? --no puede ser, mi pulso se aceleró--.

--¿Hyojin? --me atreví a pronunciar su nombre-- En serio, ¿eres tú?.

--Claro ¿quién más podría ser? --sonrió tan ampliamente que de pronto me sentí resplandecer-- Ven, dijeron que podía irme, ya estoy bien. Vamos a casa, Hobi, estás ebrio.

Tomó mi mano y nos alejamos de aquella escena. Esa noche mi corazón y me mente estaban confundidos, pero no me quejaba, el dolor en mi pecho disminuía con su tacto, con su presencia. No quería que esto terminara nunca.

No sabía qué era lo que estaba pasando, pero mi alma se sintió más viva cuando sentí sus brazos rodeándome. Su calor me reconfortaba, su amor curaba mis heridas.

Pero había algo que no me dejaba tranquilo; tenía miedo. Miedo de despertar y no encontrarla a mi lado.

Y siendo sincero, esperaba que fuera así.

MinE.

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⏰ Última actualización: Sep 04, 2019 ⏰

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