Hola, quiero presentarme, me llamo Raquel, tengo 24 años, soy una chica normal, con muchas amigas y acabo de licenciarme en magisterio, vivo con mi hermana Marta, después de que mis padres se desentendieran de nosotros, al unirse al mundo de las drogas, con sus respectivos problemas.
Marta se hizo cargo de mi, con tan solo 19 años, ahora ya tiene 29, de eso hace ya, diez años, fueron muy duros, por falta de dinero, pero fuimos sobreviviendo, gracias a algunas vecinas, después de que mi abuela se muriera, debido a los digustos.Ellas son buenas samaritanas, nos preparaban comidas ricas, hasta en ocasiones nos daba tareas en sus casas y nos daban alguna paga.
Ahora me encuentro aquí, a las puertas de ser juzgada para siempre, escribiendo esta carta, no puedo evitarlo y me viene a la mente, una y otra vez todo lo sucedido. Después de que me hayan investigado, por ser la autora de un crimen, quiero dar mi versión y la escribo para poder defenderme, delante de un jurado, ya que hablando en público me pongo muy nerviosa y quiero explicarle bien los hechos, quien me lo iba a decir... con lo religiosa que yo soy, "siempre he sido creyente, no se que me ha pasado", me volví así, para de alguna manera, protegerme de esos progenitores, que un día me trajeron al mundo, lleno de tantos vicios e inseguridades.
Con esto también quiero decir, que todos los domingos, iba a misa con mi abuela, quiero dejar constancia debido,
a lo religiosa que soy, ya que la iglesia, me transmite esa paz, que me hace falta y sobre todo fe, para intentar tener una vida mejor, para curarnos de los pecados que ellos tuvieron en el pasado,aún no sé, cómo pude lograr tener las agallas, para asesinar a alguien, pero no lo pude evitar, era eso, o morir en el intento y aún me queda mucho por vivir.Todo empezó un sábado, cuando salía con mis amigas, primero quedámos en un descampado, para realizar el típico botellón, para ponernos a tono, ya que en la discoteca, nos salía mucho más caro y así íbamos, con ese puntito de pasarlo bien, luego íbamos a la discoteca de moda, como cada sábado, los últimos dos años, desde que abrió, a bailar para darlo todo, hasta nos inventamos nuestras coreografías, a la que el resto de la discoteca nos seguía imitando nos, lo pasamos muy bien, hasta ahí, todo bien.
Hasta que me doy cuenta, que me falta el medallón, el que me regaló mi abuela, unos días antes de morir, al que le tengo mucho cariño, nos regaló uno igual, a cada una, a mí hermana y a mi, fue como una madre,a la única que en realidad quise, a la que le tenía tanto cariño, ya que fue, la que siempre se preocupaba de las dos, la que realmente nos cuidaba y nos llevaba al colegio, cuando mis padres desaparecían, por temporadas, porque estaban drogados o con el mono.
Entonces me acordé, que en el descampado, aún lo llevaba, asique decidí salir de la discoteca dónde me encontraba ahora mismo junto mis amigos, e ir en su busca, antes de que lo encontrara alguien y me quedara sin él.
Pero cuál fue mi sorpresa, que cuando llegue allí, estaba todo desierto, ya no quedaba nadie, era muy tarde, empecé a buscar por la basura, que siempre quedaba allí, después de cada juntanza.
Allí agachado, encontré a un señor, con malas pintas, con algo brillante entre sus manos, cuando vi que se giraba y que en realidad tenía mi medallón, algo me pasó por la cabeza, por todo el cuerpo dándome un mal presentimiento.
Me arrimo un poco más, ya que hay poca luz, a esas horas de la noche y me quedo de piedra, al ver, que es nada más y nada menos, que mi padre, el que me dió la vida, ya que nunca ejerció como tal, lleva las ropas todas rotas, todo despeinado con el pelo muy largo, de no haberlo cortado en años y unos zapatos, que han visto tiempos mejores. Cuando me observa mejor, parece que me reconoce y con un impulso, me derriba al suelo, intento zafarme, pero empieza a besarme por todos los lados, debe de estar delirando, a causa de alguna droga, que se acaba de meter, el aliento le apesta, intento volver a zafarme, pero con un brazo, me da una bofetada, e intenta agarrarme, empiezo a llorar desconsolada, no puede ser, me digo a mi misma, como va intentar forzarme mi propio padre, intento reptar por el suelo, en un descuido y consigo alcanzar una piedra bastante grande, pero que puedo coger, mientras estoy de espaldas a él, cuando me vuelve a alcanzar, veo que está desnudo de cintura para abajo, con su miembro en la mano, para intentar penetrarme, siento repulsión de inmediato,unas arcadas tremendas, no puedo parar de llorar, pero él, intenta forzarme una y otra vez sin conseguirlo,ni siquiera a logrado quitarme nada de ropa, asique, no lo pienso más y con todas mis fuerzas, pienso en toda la mala leche que tengo, del rencor acumulado durante estos años y le doy con la piedra, que tenía escondida en la cabeza,haciéndole una gran brecha en la que, no para de brotarle sangre.
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Descubriendo La Verdad (Relato Corto)
Science FictionRaquel siempre tubo una infancia difícil, por culpa de sus padres, un buen día ocurre algo, que cambiará su vida para siempre, ya que se verá obligada a asesinar a alguien, aunque no esté en su religión. Poco después, a pesar de sus artimañas, se ve...