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Vamos a terminar esto aquí. ¿Quién demonios eres? Ya no estamos juntos, ya no tengo curiosidad, estoy bien. No me llores falsamente, no hay un nosotros.

—¡Tae!— gritó una chica pelirubia —, ya se te extrañaba por aquí.

TaeHyung continuó avanzando hacia donde se encontraba la fémina, una vez frente a ella la atrajo hacia sí en un  cariñoso abrazo.

—Yo también te extrañé, Sana— confesó cuando se separaron.

Había sido un completo imbécil al alejar a la chica la semana pasada, ella era su mejor amiga, obviamente iba a preocuparse por él, y él como un hijo de puta sólo la había hecho a un lado, si estuviera en el lugar de Sana, estaría muy enojado con él mismo. Pero claro, la chica tiene un gran corazón, y es tan comprensiva que no lo haría.

Había conocido a Sana tres años antes,  cuando la chica por cuestiones del trabajo de su padre tuvo que dejar Osaka y mudarse a Corea, más específicamente, Seúl. Conocía a su familia y mantenía una estrecha relación de amistad con esta.

Se habían hecho amigos, gracias a que, el primer día de la chica en esa preparatoria, unos chicos de un grado superior la estaban acosando, y él como buen caballero le rompió la nariz a uno; desde entonces ellos dos han sido inseparables, tanto que quien no sepa que TaeHyung es gay, pensaría que son novios.

—Tae, sé que probablemente no quieras hablar de esto... Pero, ¿por qué te ausentaste toda la semana? ¿Tiene que ver con JungKook?— preguntó después de un momento de silencio.

Soltando un suspiro de cansancio -más mental que físico-, asintió ante la pregunta.

—Sí, bueno... Él y yo, ya no estamos juntos. Me terminó la semana pasada, fue por eso que no vine— su voz detonaba el dolor que sentía, pero no iba a llorar. No de nuevo— Dijo que ya no me amaba, que realmente nunca lo hizo, que sólo fui un juego, una simple apuesta...

—Tae, cariño. Ven acá— Sana extendió sus brazos hacia el contrario, indicándole que la abrazara.

Y TaeHyung lo hizo, porque si bien se juró que no volvería a llorar por él, el nudo en su garganta seguía ahí. Lo que más necesitaba en esos momentos era un abrazo, que no le reprocharan o le preguntaran algo y sólo le abrazaran.

A lo lejos la chica visualizó a JungKook, quien iba entrando al colegio—Tae, vámonos de aquí. JungKook está en la entrada, no voy a permitir que te vea así— explicó al chico seguía recostado en su pecho.

TaeHyung sólo asintió y la de pelo rubio lo sacó de ahí, bajo la atenta mirada de un azabache que reprimía una pequeña sonrisa sarcástica.

©annie__corxx.

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