Capítulo 1

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Era la mañana más triste de mi vida. Estábamos empacando todo en el camión de mudanza. Aun cuando me reusé a hacerlo, tuve que hacerlo. Mi madre insistía en que era por mi bien, que íbamos a tener una vida mejor, que mi padre me amaba tanto que podría irse al otro lado del mundo para darme lo mejor. Yo nunca escuche sus palabras, estaba molesto. Nunca me avisaron de este cambio hasta que faltaban pocos días para la mudanza. En menos de una semana, hice de todo con mis amigos, no tenía mucho tiempo.

Era sábado, así que, teníamos mucho tiempo como para empacar todo lo nuestro y dejar esa vieja casa vacía.

Mientras íbamos en el camino, yo sólo veía la ventana e iba pensando en cómo comenzar de nuevo. Tendría que conocer gente nueva, nueva casa, nuevos vecinos, nueva escuela, nuevos maestros, nuevos compañeros, nuevos amigos… y creo que no sería tan fácil.

Cuando llegamos, lo primero que vi es que es una ciudad mucho más grande de lo que es nuestro antiguo hogar: más personas, más tiendas, más escuelas… más de todo. No creía poder moverme en este lugar 2 cm sin perderme, sentía que era mucho. Era una ciudad grande y moderna.

De cierto modo, también estaba emocionado. Era una oportunidad grande. En una ciudad grande, es un poco más fácil triunfar. O por lo menos, es más fácil encontrar un buen trabajo.

Cuando bajé del coche, vi una casa de concreto con puertas y ventanas de madera. La casa era vieja pero estaba bonita. Se veía rustica, era de mi estilo. Por lo menos ya iba una cosa buena en la nueva ciudad.

Bajamos todo del camión y empezamos a ordenar lo necesario para pasar la noche y al otro día continuaríamos haciéndolo.

Así que puse manos a la obra. Elegí mi habitación, tenía ventanas con vistas diferentes. Una era hacia la ciudad y la otra al jardín. La casa tenía un jardín gigante, lleno de largo pasto que podría bien llegarme a la cintura, flores silvestres de colores y podría apostar que también había animales entre la yerba. Volviendo al cuarto, empecé a acomodar la cama, los muebles de la ropa y mi ropa en ellos y todos mis objetos personales en sus respectivos lugares. No tardé mucho, muchas de mis cosas decidí dejárselas a Erick, mi mejor amigo, en la otra ciudad.

Al terminar de mi cuarto, como a eso de las 5:00 pm bajé a la cocina a ayudarle a mamá a acomodar todo lo que le faltaba.

-¿Tan pronto terminaste?- preguntó ella con asombro.

-Te dije que dejaría cosas con Erick, por si algún día regreso- le contesté con fastidio.

Mi madre sabía que no quería cambiarme, pero ella me insistió tanto que accedí.

-Ya deja de amargarte la vida y ayúdame con esto- dijo mientras caminaba hacía la caja del horno de microondas.

-No me fastidio la vida, yo sólo pienso que no debimos venir aquí- dije tomándolo y llevándolo a donde mi mamá me indicaba.

-No puedes seguir así- dijo ella con un tono de preocupación-, ¡sal a divertirte! Deja esto, yo continuo. Tú sal a conocer la ciudad, a los vecinos. Haz amigos

Comúnmente, le habría dicho que no, que tengo flojera, que me deje dormir o algo así. Pero sentía que necesitaba salir un poco, caminar por las calles de este lugar para comenzar a conocer. Así que salí de mi casa

Caminé sin rumbo algunos minutos y encontré un parque que estaba desértico. Cosa rara de un sábado en la tarde. Me senté en uno de los columpios y  comencé a recordar a mis amigos. Recuerdo lo último que Erick me dijo cuándo me fui:

Era viernes por la noche y ya que yo me iba al día siguiente, reuní a todos mis amigos. Erick, Abril, Kathy, John y Mayra. Todos nosotros habíamos empezado una banda de garaje, y ahora ya no sabíamos qué pasaría con ella. Estábamos todos en la sala de mi casa, haciendo bromas, jugando, en fin, hacíamos de todo para aprovechar nuestros últimos momentos juntos.

Cuando estaba en la cocina, sirviendo refrescos, se acercó Erick.

-¿Qué haces?- preguntó- ¿te ayudo en algo?

-Sí- contesté-, saca vasos para todos, por favor

Mientras yo servía los refrescos para todos, lo noté algo extraño. Quise no darle importancia porque a veces exagera mucho las cosas, pero no pude. Erick siempre me ha apoyado en todo lo que hago desde que estábamos pequeños y yo trataba de hacerlo igual.

-¿Ocurre algo?- pregunte acercándome

-Nada-contestó seco- sólo que mi mejor amigo se va lejos, que me deja sus cosas como un recuerdo que en unos años quizá de nada sirva, ya que no vas a regresar. Por lo menos no en un largo tiempo.

Yo no podía soportar esto. También me dolía dejarlos. Permanecí en silencio hasta que él habló de nuevo

-Probablemente- comentó con una voz entre cortada. Estaba llorando. Pocas veces lo había visto llorar-, te sea fácil olvidarnos. No lo hagas- al pronunciar esto, su llanto se amargó un poco, pero continuaba sonriendo-. Nunca te olvides de este grupo de malditos desquiciados que somos, de todas las locuras que hicimos juntos- dijo y lo abrace.

-Nunca lo haré-dije abrazándolo.

Después de ahí no volvimos a tocar el tema de la despedida.

 

 

Mientras estaba metido en mis pensamientos, vi a una chica, acostada bajo un viejo roble y con un libro en las manos, no le di mayor importancia, muchos suelen hacer eso.

Estaba por anochecer cuando salí del parque, me hacía falta salir a respirar un poco de aire fresco. Cuando encontré mi casa, mi papá me recibió en la puerta, un poco molesto y con un regaño.

-¿No podías terminar de ayudar a tu madre antes de salir?-preguntó molesto.

-Ella me dijo que lo hiciera- dije sincero. En realidad mi mamá nunca ha coincidido en la forma de pensar con mi papá, pero nunca se peleaban. Él trataba de acoplarse a mamá pera no tener problemas

-Está bien -dijo, ahora más calmado-, sólo trata de ser un poco más considerado. Ahora vamos adentro.

Entramos a la casa y mi mamá ya tenía la cena lista. Nos sentamos en la pequeña mesa del comedor y cenamos en silencio, hasta que mamá comenzó a cuestionarme.

-Axel, ¿conociste a alguien?- preguntó mi madre con una sonrisa en la cara

-No- dije seco

-¿Por qué duraste tanto tiempo afuera entonces?- cuestionó confundida

-Estuve solo, en un parque cerca de aquí-confesé-. Estaba completamente desértico ese lugar. Sólo había una chica, pero no hablamos, ella leía y no quise interrumpirla.

-Debiste hacerlo- dijo papá-. Ella seguro es de por aquí y pudo haberte mostrado la ciudad. Hasta tu nuevo colegio.

-Estaba demasiado centrada en su lectura – le contesté- no quise interrumpirla.

-Y, entonces, ¿cómo planeas hacer amigos de por aquí?- me preguntó mi padre. Esto comenzaba a molestarme.

-Mañana saldré otra vez- dije con un tono algo molesto- no creo que alguien aquí quiera hablarme o que yo quiera hablarles a ellos. Pero por ustedes voy a conocer a algún chico de por aquí.

Mi mamá sonrió como su hubiera visto un examen mío sin errores. No sabía si eso debía alegrarme o preocuparme. Cuando mi mamá hacía ese tipo de expresiones, normalmente exageraba las cosas. Quizá ya estaba imaginándome rodeado de muchos chicos queriendo ser mis amigos, cosa que no pasaría porque esos no eran mis planes.

Decidí ir a mi nuevo cuarto pero nunca pude concebir el sueño. Así que abrí la ventana con vista a la ciudad. En realidad tenía una vista realmente bella. Quise pensar de manera positiva, ya que estaría aquí por un largo tiempo (quizá toda mi vida).

Saqué un cuaderno de dibujo y empecé a hacer trazos de la ciudad. Cuando terminé pensé que debería descansar un poco, al otro día sería algo trabajoso y agitado.

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⏰ Última actualización: Oct 27, 2014 ⏰

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