02. Heejin, sal de la cama.

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Definitivamente todo está perdido. Me siento agotada, me siento desquiciada, sacame de aquí.



Jeon Heejin.

Un atraco.

Lo que pasó fue un atraco. Uno que tuvo graves consecuencias, 10 personas murieron en el medio del mismo.

Entre ellas, una chica de 17 años que planeaba comprar un helado, Shin Ryujin.

Hermosa...

Todo mundo hablaba de lo hermosa que era. Lo mucho que lo lamentaban.

Pero nadie sentía lo que Heejin sentía.

Nadie pensaba lo que pensaba
ella.

El cuerpo de la chica se transportó a la morgue 20 minutos después de su muerte. Heejin junto a Haseul fueron las encargadas de llamar a los Shin.

Estos pidieron estrictamente al dúo (ya que Olivia se había golpeado fuertemente la cabeza al intentar salir, y estaba en su casa, tratando de descansar) que se fueran a casa.

Nada sencillo, debido a que las dos amigas no anhelaban irse del lado de Ryujin.

Estaba muerta.

Tan muerta.

Y esas dos no querían dejarle. La imagen causaba pena.

Causó mucha pena.

Hyejin y Jinyong se encargaron de recoger a las apagadas niñas que normalmente lucían alegres y activas.

Dejaron a Haseul en su casa. Y continuaron el camino con la silenciosa Heejin.

Trataron de hablar; pero ésta, no quería hablar.

El sonido de su puerta siendo azotada fue una clara señal.

Hubo un duelo de aproximadamente 3 días en el colegio. Jueves, Viernes y Lunes.

Un pequeño homenaje a la chica (Heejin no asistió)

Un sin de más cosas sin importancia para la pequeña Jeon.

Sus padres la dejaron faltar una semana y media. Cosa que Heejin no agradeció.

Ryujin se había ido, justo en frente de sus ojos, Ryujin no aparecía por las mañanas a darle un beso en la mejilla izquierda, Ryujin no le marcaba en el medio de la madrugada para contarle de la nueva película que veía.

Ryujin no tomaba su mano durante el desayuno. No arrugaba la nariz al verla comer arroz con limón, o tómate frito.

Se había ido.

¿Cómo podía seguir si la persona que nunca le abandonaba se había marchado precipitadamente sin siquiera decir adiós?


No podía.

Heejin, no podía.

— ¡Son las 6: 25 de la mañana! — Jinyong abrió la puerta de la habitación de su hija menor. — Es hora del conocido y ya prácticamente perfecto itinerario de los Jeon. Heejin bajando en 5 minutos a la cocina para desayunar y luego... — una pausa. Jinyong hizo una pausa. Desvió la vista hacía su hija, quien abrazaba un oso de conejito muy grande. — ¿No piensas ir a clases?

— No — murmuró en respuesta.

— ¡Pero es viernes, hoy te toca literatura! ¡Amas la literatura! Y tienes ese examen sobre historia de dos ciudades... u otro libro, sinceramente, jinnie. En esa clase cambian de libros tan locamente que da algo de jaqueca recordar nombres.

— La próxima semana me arreglo con miss Park, lo entenderá. — dijo, con voz baja.

El mayor se cruzó de brazos, no le agradaba la idea de ver a su hija tan afligida. Sí, lo de Ryujin le afectó a todos. Sería un suceso del que nadie cercano a la chica superaría tan pronto, mucho menos Heejin, Haseul u Olivia, que estuvieron ése día ahí.

Pero sí algo no quería que ocurriese, aquello era ver a su pequeña niña tan muerta en vida. Era razón de estar triste, ya que Ryujin era su novia, su mejor amiga...

Realmente la chica era importantísima en sus vidas.

Aún así, no debían decaer. Ni él, ni Hyejin, o Haseul y Olivia.

Por Heejin. Ryujin hubiese querido que cuidasen de Heejin.

— ¡Jeon Heejin! — gracias a los santos, en el mundo existía esa persona... Park Jihyo, la prima de Heejin. — ¡Ya sabemos que Ryujin está muerta! No obstante tienes clases, siendo la persona que eres, que usa la lógica donde no debería usarla, percibo que te levantaras de esa cama. Te quitaras esa horrible pijama y reanudaras tu estúpido horario.

Heejin, se dio la vuelta, fingiendo no conocer a su prima.

¿Ir a clases? ¿Seguir itinerarios? ¡Por la mierda! ¡Perdió a su novia en un tiroteo! ¡Casi muere ella misma! ¡Casi pierde a todas las personas importantes en su vida! ¿¡Cómo demonios Jihyo, Jinyong y Hyejin pretendían que saltase de la cama en una pierna!?

No, Heejin no abandonaría esa estúpida cama.

Ni hoy, ni mañana, ni pasado.

Ni nunca.

Ni drogada, ni...

10 minutos posteriores  (luego de repetidos pataleos, negaciones y gritos) Jeon Heejin se ubicaba en la silla de la derecha de la mesa.

Sí, no más izquierda, izquierda significaba que Ryujin debía sentarse a su derecha y besar su mejilla, pero Ryujin no llegaría y aquello...

Lloró, la chica lloró en medio del desayuno, con la vista fija en el waffle con crema batida que la causaba náuseas.

— Cariño... — Hyejin suspiró. No iba bien, nada iba bien — Tienes que ser fuerte, ¿si? Sé que la extrañas, nada es lo mismo sin Ryu, pero estás viva amor. Estás aquí, no puedes... — su hija le lanzó una mirada iracunda.

— Ojalá hubiese sido yo la muerta. No Ryujin. — bramo, agriamente. — Ella sabría que hacer sin mi, porqué ella podía salir de rutinas, porque ella sabía que hacer siempre. Ella era su propia guía. ¿Yo? En cambio, me guiaba por ella, era mi brújula mamá, era la persona que amaba y en la que más confiaba. ¿¡Cómo demonios quieres que me alegre!? ¿Que finja que nada sucede? Es imposible, lo siento. — se levantó velozmente del asiento. — No quiero ir a clases. ¿Entienden éso? Quiero tiempo, el que sea necesario. Debo contemplar lo que pasa, mamá. Por ahora... no quiero tener que ver la cara de nadie, ni oír excusas baratas o pésames sin sentido. "Ryujin era una gran chica" "Lamento el ya no verlas juntas" "¿Con quién te veremos reír en el almuerzo?" "Es triste que tú la hayas visto caer" "Que complicado ha de ser adaptarse a la pérdida de quien vivía cerca tuyo cada día".

Observó a sus padres, a Jihyo que se hallaba también ahí. Y a sus dos mejores amigas, que recién entraban con aquel aura de tristeza cernido por donde fuesen.

— ¿Puedo irme? — finalizó el pequeño discurso.

— Puedes irte... Pero la próxima semana no podrás excusarte, Jeon. — dijo Jinyong.

La chica estuvo a punto de darse la vuelta.

— Heejin — llamó Jihyo, la única que no le miró durante su repentino llanto.

— ¿Si?

Se miraron fugazmente.

— La brújula llegará a ti y no por alguien nuevo, tú seras tu guía, no estarás tan perdida como te sientes ahora, y si eso no pasa con el tiempo. Puedes llamarme, no te obligare a salir de esa cama, me quedaré contigo hasta que acabe la tormenta. ¿Está bien?

Por primera vez en una semana; Heejin hizo un astivo a sonreír.

— Gracias, Jihyo.

Profundo [2jin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora