04. - La Leyenda Inacabada.

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''Algunos dicen que es el fantasma de un mercenario alemán a quien una bala de cañón le voló la cabeza en alguna batalla anónima durante la guerra de la Independencia, y a quien los lugareños, de vez en cuando, ven pasar a toda prisa en las sombras de la noche, como si fuera en alas del viento.

Al espectro se le conoce en todos los hogares de la comarca con el nombre del Jinete sin Cabeza de Sleepy Hollow".

                                                Fragmento de La Leyenda de Sleepy Hollow

La región de Sleepy Hollow, conocida por esta famosa leyenda, sigue dando pie a ella, pues sus lugareños, hijos de los hijos de los hijos que habitaban estas tierras cuando la leyenda comenzó a distribuirse. Aseguran a ver visto un jinete vestido con ropajes oscuras, cabalgar con un caballo del mismo color que sus prendas.

Quizás todo el mundo crea en el mito, por miedo a que sea cierto. Pero entre miedosas personas una joven está dispuesta a descubrir la verdad. 

En las noches más cerradas, cuando la luna se esconde detrás de las grisáceas nubes, Amanda siempre sale en busca del corcel y su cabalgador. Siempre sale silenciosamente de su casa, se esconde entre los arbustos y setos, detrás de los árboles con un tronco lo suficiente ancho como para esconder su figura esbelta. Da pasos hacia la densa lobreguez, sin temor pero con desconfianza, manda a sus zapatos uno detrás del otro.

Recorre las calles de su pueblo, visita las escuelas, la famosa plaza con una fuente de piedra en el centro, los barrios más apartados y marginales, su viaje finaliza en el cementerio, donde hace una pequeña parada revisando los alrededores de las tumbas, se asegura que ningún vándalo haya estropeado las lápidas, ni tampoco las flores junto a sus jarrones.

Solo hay un día en todo el año que baja la guardia, y se olvida de su persecución. El día 1 de noviembre, día de todos los santos o también llamado Halloween. Es el día que su padre perdió la vida en un accidente de tráfico y ella, junto a su madre, pasan la noche encerradas en su casa, fuera de todo peligro.

Nos encontramos un día antes de esa fecha, las calles están decoradas con calabazas anaranjadas y amarillentas, incluso algunas de colores verdosos. Algunas casas tienen muñecos que recrean a brujas y monstruos, con la intención de asustar a los niños más curiosos.

Amanda, realiza la ruta de costumbre, conoce cada centímetro del asfalto de la carretera, cada baldosa de las aceras y cada cable del tendido eléctrico. Como todos los días llega al cementerio, se cerciora de que esta cada cosa en su lugar y en buen estado, y se sienta al lado de la tumba de su padre susurrándole palabras que se quedan en el aire.

El murmullo es interrumpido por unas voces cercanas de unos chicos, unas pisadas fuertes y un silbido. 

La chica curiosa, se acerca con sigilo al lugar de donde proceden los sonidos. Atraviesa la puerta del cementerio, recorre paralelamente la pared del cuadrado cementerio, hasta llegar a una esquina donde asoma su cabeza. 

Un caballo de crin negra y piel del mismo tono, estaba atado con una cuerda a un árbol. Enfrente de ella un chico que se encontraba de espaldas, vestido totalmente de oscuro, se agacha.  A su lado, otro joven le apoya una mano sobre el hombro, le comenta algo que le hace reír y se aleja dejándole solo. 

Es su oportunidad, tiene que fotografiar el rostro del chico que se hace pasar por el caballero sin cabeza, para abrir los ojos a todo el pueblo, a todo el mundo.

Se acerca dando sus típicas zancadas, silenciosas pero determinantes, acortando así la distancia del jinete. Él nota su presencia y se gira. Ella suelta un grito, lo conoce.

-¡Tú! – exclama la chica de forma descontrolada – Volviste loco, con tu interpretación del caballero sin cabeza, a mi padre y ahora a mi. 

El chico no sabe a donde mirar, la chica se acerca peligrosamente.

-¡Tú! – vuelve a exclamar – Eres el causante de la muerte de mi padre, el había salido en tú búsqueda aquella noche. Pero ahora todo el mundo sabrá que todo es una gran mentira.

El chico levanta la vista, nadie puede enterarse.

-Amanda, todo esto consiste en mantener viva la leyenda – intenta ser cuidadoso con las palabras – Tu padre… tuvo un accidente, un conductor borracho le hizo salirse de la carretera, lo sabes.

-Él iba buscando la leyenda y esa fue mi herencia, encontrarla.

-Pues ya la has encontrado, pero no la destruyas. Es importante para todo el pueblo. 

El pueblo. Los habitantes temerosos de salir en las noches más oscuras. Una leyenda viva.

-Los aterrorizas y crees que haces algo importante.

-Les hago que vivan pensando en algo, hago que la leyenda siga viva, ¿quién sabe, alguna vez pudo existir el jinete sin cabeza de Sleepy Hollow?

-Estás loco – susurra la chica.

-Estoy vivo. Creo en algo. Y algo cree en mi. Tienes que guardar el secreto, por favor.

La chica analiza la situación, Tommy siempre ha sido su mejor amigo, el que le aconsejaba sobre sus decisiones, el que le apoyó en la búsqueda, el que le consoló cuando su padre se marchó, el que estuvo a su lado.

Su secreto se había convertido en el suyo. 

Pero las noches en busca del jinete y su corcel siguieron en la vida de ella.

Las leyendas deben seguir su curso. La tradición continuar. Y las personas venideras deben tener ese deje de miedo que sus ancestros habían sentido. Porque en realidad todo se había creado en un mismo sitio, en la mente de cada persona, que había querido creer que en las noches más oscuras un jinete sin cabeza pasea, subido a su caballo, a sus anchas por Sleepy Hollow.

Escrito por: Sofía Parra.

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