Cuando Mark Lee se mudó a un nuevo vecindario tenía la certeza de que tendría una vida totalmente monótona y "normal".
Sus pensamientos se vieron contradecidos desde el primer instante en que pisó el patio de su residencia, cuando un chico que a simple vista parecía tener veintitantos, castaño y de un semblante serio que podría intimidar a cualquiera sin esfuerzo, viéndolo con gran atención.
Mark volteó hacia él y suponiendo que era su vecino de un costado, le sonrió amablemente, pero el hombre ni se inmutó. En cambio, paró de prestarle atención y continuó con sus cosas.
Ignorando aquel suceso, ya dentro de la casa, no pudo evitar notar que las ventanas de las habitaciones principales de ambas casas quedaban encontradas.
En la noche, cuando se disponía a tomar un baño, se despojó de sus prendas en su habitación; dado a a la reciente mudanza y falta de tiempo su ventana carecía de cortinas, así que cuando dió la vuelta se encontró con su vecino del otro lado, con la misma expresión de aburrimiento, quizás hasta un poco de superioridad.
Mark se sintió demasiado tímido, avergonzado, pero sobretodo e inexplicablemente algo excitado.
Esa noche se duchó con las mejillas ardiendo, aunque él prefería decir que era producto de la temperatura del agua y no por el hecho de que no paraba de pensar en su misterioso vecino y aquél primer percance.
En los siguientes días se repitió un patrón similar, Taeyong fue más discreto desde entonces, apagando la luz y observándolo a través de una pequeña rendija entre la persiana americana de su habitación.
Su vecino recién llegado tenía una estructura tan pequeña, como si pudiera tomarlo entre sus brazos y hacer con él lo que quisiera; su silueta por detrás, aquella curva en su espalda que se elevaba al llegar a su trasero y esa lechosa piel que le hacía perder la cordura pensando noche tras noche poder marcarla a su antojo.
Oh, como deseaba que aquella ventana se quedara sin cortinas para siempre.
El pelinegro todas las noches se desnudaba con la esperanza de apreciar aquella mirada sobre su anatomía de nuevo. Tiene vivo el recuerdo de esos penetrantes ojos oscuros y la forma en que parecían llevar fuego dentro, le hizo sentir deseado. Estaba necesitado de esa atención una vez más.
Un triste jueves por la tarde el mayor notó que la ventana de la casa contigua ya contaba con aquel maldito pedazo de tela cubriendo la vista al interior de la habitación de los ojos intrusos como los de él.
Vaya sorpresa que se llevó cuando la oscuridad cayó y las cortinas se abrieron, como una señal, una invitación. Las sospechas de que aquel ángel con apariencia de gracia y belleza también lo deseaba incrementaron.
Impulsado por el deseo, deliberó abrir un poco más su persiana, lo suficiente para que fuera notoria su presencia, en especial sus ojos. Mark sonrió victorioso cuando se percató de su vecino. Sentir otra vez su presencia se convirtió en un estimulante, logrando que las ganas se desbordaran.
Siquiera sabían de sus nombres, nunca habían cruzado palabra, sin embargo ambos sabían que se deseaban.
Taeyong sentía tan prohibido a su vecino, casi intocable. Era tan sólo un espía , un espectador que no se atrevía a cruzar aquél límite invisible que él mismo había creado producto de su inseguridad a ser rechazado, aunque por dentro se moría de ganas de cruzar el umbral y poder tener su hermoso cuerpo bajo sus caricias y besos. De alguna manera a Mark le gustaba, le excitaba pensar hasta donde llegaría todo aquello.
El frío de la noche de invierno pasó desapercibido por ambos cuerpos, y más aún cuando Taeyong le sonrío lascivamente. Estaban al borde de la cornisa.
El panorama del mayor mejoró cuando vió que la mano de el pelinegro bajó hasta su miembro medio erecto, acariciándose con los ojos cerrados y peligrosamente cerca de la ventana.
Después de insistentes toques logró estar completamente duro. De sus labios salió un pesado suspiro, sus párpados se apretaron y los movimientos adoptaron velocidad.
La mente de Taeyong se encontraba en blanco, tenía los labios entre abiertos, la vista fija en el muchacho y su mano derecha se adentraba en su pantalón de pijama en un movimiento casi anticipado.
Ambos estaban tan inmersos en el placer electrizante que les provocaba el masturbarse con la vista fija en el contrario, con los ojos desbordando de deseo, pudiendo darse una idea clara de lo que rondaba por la mente del contrario.
En un momento como aquel, en el que toda esa tensión sexual se escabullía en forma de chorros, le hizo pensar fugazmente en que quizá no estaba dispuesto a verlo desde las sombras para siempre.
Ahora más que nunca estaba deseando poder estar entre las piernas de aquél bonito pelinegro mientras dejaba apretones por ese trasero que tanto le gustaba.
¿Se vería como un psicópata charlando casualmente con él luego de espiarlo diariamente mientras se desnudaba?
Probablemente.
Si le iba bien podría tener la oportunidad de cumplir su más grande fantasía y si todo se volvía incómodo después de aquello, siempre habría un plan B: ignorarlo por lo que les restaba como vecinos.
Los pensamientos de Mark no estaban lejos de ser parecidos a los de el mayor, realmente deseaba poder estar con ese vecino tan sexy e interesante que tenía.
La mañana siguiente pintó ser un día de éxito, el sol estaba brillando y los pájaros cantando, el clima estaba agradable y Mark había despertado de un grandioso humor.
Como mal augurio su mente rápidamente le jugó en contra, reflexionando que cuando todo parecía ir de maravilla ocurrían situaciones drásticamente trágicas.
Al salir de casa rumbo al trabajo la negatividad lo invadió nuevamente al divisar una silueta familiar, intentó esconderse tras su termo de café, desesperado, fallando totalmente en el intento de pasar desapercibido por su vecino. La noche anterior había estado demasiado caliente y se había dejado guiar por sus instintos, verlo tras su ventana era una cosa, pero tenerlo frente a frente una muy distinta.
Sin estar desde la comodidad de su habitación y considerables metros de distancia se sentía pequeño, intimidado, y su personalidad introvertida salía a relucir.
Taeyong se acercó cruzando el pequeño jardín que dividía sus viviendas, Mark sonrió nervioso, por primera vez, el canadiense recibió una cálida y amable sonrisa por parte de el hombre como respuesta.
Aún cuando había pasado casi un mes de su llegada, Taeyong le dió la bienvenida al vecindario, diciéndole que estaría para él para cualquier cosa que necesitase, haciendo un pequeño énfasis que logró ponerle los vellos de punta.
Aunque Mark no quisiera, su horario de entrada se acercaba y él tuvo que despedirse de Taeyong en contra de su voluntad. El castaño soltó una risita grave, acercando su rostro hasta el de el muchacho anonadado, plantando un beso en su mejilla y susurrando una despedida contra su oído.
Mark apenas reaccionó cuando el mayor ya se había alejado, tenía las mejillas rosas y un papelito en su mano.
"Te espero hoy a la hora de siempre... pero esta vez que sea en mi habitación.
-TY."
.
ando re flasheada con el yongmark.
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AMERICAN BLINDS ; YONGMARK
Short Story"A Taeyong le gusta observar el bonito cuerpo de su vecino a través de su persiana americana". 🥢one shot. 🥢lime [+16]. 🥢taeyong x mark. 🥢inspirado en la canción "Persiana Americana" de Soda Stereo. 🥢NO BUSCO ROMANTIZAR NINGUNA PRÁCTICA MOSTRADA...