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Narrador:

Ninguna de las personas podía ocultar su emoción, claramente era algo que nadie esperaba, amigos sorprendidos y "emocionados" los padres del chico estaban al borde de las lagrimas su felicidad en ese momento estaba muy arriba del 100%, habían cerrado el trato, y todo iba de acuerdo a lo planeado ahora el dinero ya no era un problema, aquel matrimonio los salvaría.

Dos chicos en medio del jardín, uno hincado en una sola pierna mostrando un anillo absurda y ridículamente grande, con una sonrisa tan grande como su ego, mientras el otro chico miraba inmóvil al chico y a el anillo frente a el con los nervios de punta.

- Y bien Can, ¿Te quieres casar conmigo? - el chico lo miro atentamente, mientras su mano libre tocaba la mano de este con cuidado y "dulzura"

¿El debía casarse no?

Era lo que todos esperaban de el, sus padres, sus hermanos, sus abuelos y sus amigos, todo por el bien de su familia ¿No?, no podía decepcionarlos, el tenia que hacerlo, su opinión y sentimientos no tenían lugar en eso.

Además no estaría mal ¿verdad? seria esposo del futuro dueño de las comercializadoras tailandesas mas grandes e importantes del mundo, que exportaban productos a todo el mundo, tendría lujos y seria rico, nada le faltaría... nada.

Además era momento de que se diera cuenta de que los cuentos de hadas no existen.

- Por supuesto de que me casare contigo Type - trato de juntar todas sus fuerzas para que su voz no se quebrase, o temblara y le regalo la mas grande y falsa de sus sonrisas.

Los aplausos de parte de la gente no se dejaron esperar, mientras los padres y familiares se acercaban a ellos para felicitarlo, amigos tomaban fotos y videos para la posteridad, objetos de toda la atención la pareja expresaba su completa "felicidad", mientras Can aguantaba las ganas de llorar y maldecir su vida.

Todo por su familia.

. . . . . . . . . . . . . . . .

Llevaba 30 minutos parado frente a la tienda, aun sin tener el valor de entrar y terminar con todo lo que lo ataba a ella.

Termina y sal de ahí rápido, era lo que se repetía Can.

Apenas tomo valor y abrió la puerta de vidrio de aquella tienda, el olor a Galletas y pan inundo su nariz, el calor del horno envolvió su cuerpo, mientras su vista se paseaba por todo el lugar observando a la poca gente disfrutando de los postres que ofrecía la tienda.

Sin percatarse como un lindo chico lo observaba fijamente desde una de las mesas, acercándose lentamente a el.

- ¿Can? - la voz de un chico lo saco de todos sus pensamientos, observando al lindo chico que llevaba una charola vacía en sus manos, mientras le sonreía tiernamente.

- H... Hola Tar - sonrió tan rápidamente en cuanto lo vio, con una sonrisa tan falsa que hasta el chico se dio cuenta de esto, también de sus manos temblando - ¿Esta T... ? -

No tiembles.

No lo dudes.

No sientas.

- ¡Claro! quieres hablar con el ¿cierto? - Tar paso su mano por su brazo, mientras una cálida sonrisa se posaba en su rostro.

Tar se alejo de el para hablarle a su hermano, dejando a Can sentado en una de las mesas frente a la ventana, mientras permanecía estático, observando el sol que entraba por aquella misma ventana, y apretaba su mano izquierda que yacía escondida en su regazo.

Pero toda su fuerza de voluntad y seguridad se esfumaron cuando lo vieron a el, saliendo de la cocina con una sonrisa que brillaba más que las misma estrellas o incluso el sol, sonrisa que seria apagada por el en unos cuantos minutos.

Das asco Can.

- ¡Can! - el chico corrió tan rápido como lo miro sentado en aquella mesa.

Tan pronto como quedo frente a el, acerco su rostro al de el para besarlo y demostrarle cuanto lo había extrañado, pero sus labios impactaron la mano de este, el había apartado el rostro rechazándolo.

Lo lamento Tin.

- ¿Pasa algo? - el chico aparto la mano de Can y la sostuvo con cuidado, mientras se sentaba frente a el.

- Tenemos que hablar... -

- Claro ¿Qué pasa? - pero las palabras de Tin fueron cortadas.

En ese momento el discurso que tenia Can preparado, se esfumo, las palabras quedaron atoradas en su garganta, y sus manos comenzaron a sudar, mientras luchaba internamente.

- Terminemos - su mano soltó la suya.

El corazón de ambos se detuvo, ante la confesión, pero el más afectado parecía Tin, sus ojos se cristalizaron, miedo y la tristeza se apoderaron de el, su garganta se contrajo y ahora sentía aquel nudo del que todos hablaban.

- Lo nuestro n... n... no esta funcionando, somos muy diferentes... no somos el uno para el otro - las palabras de Can salieron como pólvora, cada una golpeando el corazón de Tin.

Mentira.

- Somos perfectos el uno para el otro - contradijo Tin con una sonrisa, mientras sus ojos se cristalizaban.

Por supuesto que lo somos.

- ¡No! No somos perfectos para el otro - alzando terriblemente la voz Can lo miro, mientras las pocas personas lo observaban.

Mantén la compostura.

- ¿Hice algo? ¡Por que lo puedo cambiar!, podemos solucionarlo. Lo superaremos lo prometo - luchaba por no quebrarse frente a el, pero ajora su voz temblaba junto con sus manos.

No abandones esto.

No me abandones.

- Enfrenta la realidad no funcionaremos juntos - con esas palabras Tin pudo comprenderlo.

- Es por que no soy rico ¿Cierto? - Tin lo miro fijamente esperando que este lo negara, por que si no era así no lo soportaría

Niégalo.

Niégalo, por favor.

- ¡SI! ¡EL PUEDE DARME LO QUE TU NO PODRIAS! ¡EL ES ADMINISTRADOR! TIENE DINERO Y PODER ¿Y TU QUE TIENES? UNA RIDICULA PASTELERIA ¡ERES UN JODIDO PASTELERO! ¡MI FUTURO ES COMPLETAMENTE INCIERTO CONTIGO! ¡ENTIENDELO! ¡MIERDA!-

No podía quedarse ahí mirando como a Tin se le rompía el corazón por su culpa.

Así que tan rápido como esas palabras fueron dichas Can se levanto sintiendo el nudo en su garganta, y camino hacia la salida, listo para irse cobardemente, no quería mirar atrás, no podía mirar atrás, por que si lo hacia correría hacia sus brazos le contaría la verdad.

Era lo mejor.

Abriendo la puerta y cruzándola con dificultad, sus piernas temblaron y su corazón se quebró.

Me voy por que no te puedo verte sin que mi corazón se rompa.

- No soy suficiente - hablo Tin en susurro sintiendo como las lagrimas salían de su rostro, abrazándose a si mismo, sintiendo como el dolor oprimía su pecho.

Dime que no es verdad, Dime que aun me amas, dímelo.

C O N T I N U A M O S

DE VUELTA A MÍ [2WISH]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora