TEACHER'S PET ░ OO2

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¿Te arrepientes de las cosas que hicimos y que jamás olvidaré?

Era viernes, un día soleado a final de un largo periodo de clases cualquiera, dónde un chico de cabellos azabaches y un hermoso par de ojos bicolores caminaba por los pasillos mientras miraba a todos lados, cómo si alguien lo estuviese vigilando, cómo si el miedo se lo estuviese comiendo y así era; el miedo le estaba ganando. Ese podría ser un día cualquiera para el, una escapada de las tantas que tenía, podría ser otro encuentro a escondidas con quién decía ser su novio, si no fuese porque ahora el ambiente había cambiado y la mentalidad del chico también. Saburo Yamada caminaba hasta la sala de profesores con un objetivo en mente; decirle adiós para siempre a Rosho Tsutsujimori, su amante y también profesor desde hacía dos años.

Si bien más de una vez se planteó dejarlo después de los errores cometidos por el mayor, no fue hasta esa tarde en que una imágen bastante desagradable le hizo bajarse de la nube en la que Tsutsujimori lo tenía; lo había encontrado teniendo relaciones con otra de sus alumnas en su despacho. Y claro, cómo era de esperarse, esa fue la gota que colmó el vaso.

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─── Terminamos. ─── las palabras salieron con toda seguridad de la boca del bicolor, haciendo que el profesor levantase la vista de las hojas que tenía en mano, para luego fruncir el ceño. Saburo mantenía una expresión molesta, intentando no ponerse nervioso frente al mayor, quién tenía un muy buen control sobre él.

─── ¿Que dijiste, honey? ─── indagó el mayor, pensando que lo habría oído mal; ¿por qué iba a dejarlo de la nada si hasta ayer las cosas estaban en un perfecto orden? Unos minutos pasaron en total silencio, hasta que Rosho volvió a tomar la palabra, bastante molesto por el repentino cambio su actitud. ── Saburo, te estoy hablando.

─── ¡Qué se acabó, no quiero saber nada más contigo! ─── Ahora el azabache hablaba con la voz entrecortada, aunque se intentaba mantener fuerte en ese momento, por más que el arrepentimiento le ganase aún si todavía no estaba nada decidido. El de lentes chasqueó la lengua en señal de desaprobación, odiaba las rabietas del ajeno, si es que podía considerarla una de ellas.

─── ¿Y por qué me lo dices tan de repente? ¿Ha pasado algo para que ahora quieras dejarme? ─── indagó el pelimorado, clavando sus ojos en la figura tambaleante del chico, quién temblaba cómo si alguien lo fuese a comer. En lo que tardaba en responderle, el megane se levantó de su asiento y se acercó más a su amante, sabiendo muy bien lo que era capaz de generar con esto; no pensaba dejarlo ir tan fácilmente.

─── ¡No te hagas el que no sabes! Hoy...te encontré con una chica en tu despacho. ─── confesó Yamada, a lo que Tsutsujimori tuvo que contener la risa; «así que era eso» pensó antes de querer tomar la palabra, pero el estudiante le ganó. ── ¡Y no puedes decirme que no, porque ví como la besabas! Todo el instituto lleva y trae rumores de que no sólo te acuestas conmigo, sino con otras alumnas. ¿¡No te da vergüenza, después de que yo sólo esté contigo!?

Otra vez, un molesto silencio se hizo presente entre ambos, mientras que el menor en esa sala esperaba algo, algún movimiento que le indicase que el ajeno tenía miedo de perderlo, que le diese una explicación; que no lo dejase irse así tan fácil. Porque era obvio, Yamada no quería dejarlo a pesar de saber que le estaba haciendo daño.

─── Mon amour, mira. ─── dijo Rosho, quién se acercó hasta su pequeño y tonto niño para abrazarlo por la cintura, logrando que un fuerte sonrojo decorase el pálido rostro del más bajo, quién volvía a sentirse indefenso a la par suya. ─── Sólo fue un beso, no pasó de ahí y ella me lo terminó dando, pero jamás haría lo mismo que hago contigo con alguien más.

Mentiroso.

Fue lo primero que pensó el de orbes bicolor al escucharlo, sabía muy bien que lo había visto hacer más que darse un beso pero. . .¿Y si su mente le fallaba? ¿Y si se había equivocado por el enojo? Podía ser una posibilidad o tal vez, la realidad es que se negaba a aceptar que Tsutsujimori lo engañaba desde hacía bastante tiempo y no sólo a él, sino que también a su esposa, con la que había dicho que se iba a divorciar.

─── Pero no es lo único, ¿Que hay de tu esposa? ─── Indagó aún molesto, empujando de golpe al ajeno para que este se apartase, le era difícil pensar en claro cuando lo tenía tan cerca, pero su fuerza no era rival para el profesor, quién seguía con esa sonrisa segura en su rostro, cómo si convencerle fuese lo más fácil del mundo, y sí, lo era.

─── Estamos haciendo los papeles de divorcio. ─── En realidad no lo estaban haciendo, pero sabía que Yamada no se molestaría en averiguarlo por su cuenta, sólo tenía que decirlo y lo creería sin pensarlo demasiado. ─── Ya te dije, para tu graduación estaré totalmente libre y finalmente, si apruebas todas tus clases, nos casaremos apenas entres a la universidad.

Y con eso, el lado más vulnerable e infantil del pequeño salió a la luz. Desde que salían sabía del deseo que sentía el menor por casarse, así que no dudaba en recordarle esa promesa cada que hacía una de sus escenas. Normalmente le funcionaba y con ello lograba llevárselo a la cama denuevo, logrando otra vez su cometido.

─── ¿Y cuánto faltan para los exámenes finales? ─── Formuló tratando de fingir que seguía molesto, pero ya cualquier cosa era totalmente en vano; había vuelto a caer en las redes de ese hombre tan seductor.

Y así la mascota del profesor volvió a dormirse en las mentiras de su amo.

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⏰ Última actualización: Sep 07, 2019 ⏰

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