Capítulo 1; un error.

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Estrés, nerviosismo y desesperación.

Estas solo eran tres de las miles de emociones que Valentina estaba experimentando desde el momento en que salió de la oficina del gerente de la Editorial Milenio.

Estrés, porque su visita a ese lugar era un secreto que solo ella, su mejor amiga y su almohada sabían. Nadie, incluyendo su propia familia o incluso su novio, se debían enterar que estaba ahí, o peor aún, que pronto trabajaría para esa editorial. Esa traición no sería fácil de perdonar, pensaba.

Nerviosismo, porque esa editorial no había sido su primera opción, sino que ya había visitado más de tres lugares distintos en la misma semana y todas se resumían en lo mismo; una oportunidad negada gracias a su apellido. A diferencia de aquellas, Editorial Milenio no le había cortado las alas tan pronto, pero antes de incorporarse a sus filas, tendría que pasar por una prueba muy exigente.

Desesperación, porque sentía que a pesar de todos sus conocimientos, jamás le darían la oportunidad de adquirir experiencia por su propia cuenta. Quería sobresalir y ser alguien en la vida, pero por méritos propios, no por un apellido ni por haber crecido en un ambiente donde todo siempre estuvo a su favor.

Valentina Carvajal siempre creyó que quizás, ahora en la vida adulta, todo hubiese sido más fácil para ella si no hubiese tenido todo en bandeja de plata durante su niñez y adolescencia. A pesar de tener todos los lujos y un apellido que imponía respeto, dinero y buena posición social, siempre fue una persona humilde que nunca se atrevería a pasar por encima de los demás.

Su familia era reconocida por lo largo de todo el país como dueña de unas de las editoriales más importantes de México. El grupo Carvajal llevaba décadas siendo líder en el ámbito del periodismo, siempre llevando las noticias con completa veracidad hasta sus manos, como su lema lo decía. Toda la familia, desde el más grande hasta el más chico eran parte de él, y como obviamente la más pequeña no sería la excepción, Valentina también estudió periodismo para seguir con la tradición familiar.

Nunca tuvo problemas con estudiar esa carrera ya que en verdad le gustaba y le interesaba el tema, más aún cuando desde pequeña siempre admiró a su papá y cómo éste hacía maravillas en su trabajo y cómo era alabado por los demás por ello. El verdadero problema era que no quería entrar al grupo Carvajal. Quería desprenderse de esa ala familiar y brillar con luz propia. Quería ser reconocida por su trabajo y sus capacidades, no por ser otra más del clan Carvajal.

Es por ello que en el momento en el que le indicaron que ya era hora de empezar con sus prácticas profesionales, como requerimiento para poder graduarse de la universidad, decidió que no las haría en la empresa familiar y que buscaría otra editorial donde hacerlas.

Pensó que el mayor problema sería cómo ocultarle esto a su familia, cuando en realidad, no tendría que contarles nada porque no podía conseguir que ninguna empresa la tomara en serio. Todos creían que se trataba de una broma de mal gusto, o como en el caso de la editorial que visitó por primera vez, que en realidad la estaban mandando para espiar. Todo mundo quiere ser parte del imperio Carvajal, es absurdo que la heredera del mismo le huya, todos le decían.

Estaba cansada y muy decepcionada. Estaba por darse por vencida y ceder a integrarse a trabajar con su familia, porque aunque existieran más lugares en donde buscar una oportunidad, el tiempo se le estaba viniendo encima, y si quería graduarse con su generación tenía que empezar con las prácticas ya mismo. Fue ahí cuando el gerente de Editorial Milenio, el señor Mauricio Valdez, le ofreció lo que tanto había estado anhelando.

El señor, de baja estatura y cabello canoso, en realidad no le había dicho que sí ni que no. Le dijo que la respuesta dependía de ella misma y del trabajo que le presentase el día pactado. Valentina tenía exactamente una semana y media para entregar un reportaje sobre El narcotráfico y la mala dinámica familiar, donde demostraría su capacidad y aptitudes como periodista. Tenía que realizar una entrevista, redactar y enviarle por correo el resultado final, y supuestamente, en un lapso de dos días después de la entrega, recibiría noticias.

8/10. {Juliantina AU}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora