BUSCANDO INSPIRACION- ONE SHOT

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Empecé a escribir cuando cumplí 12 años, afortunadamente encontré el apoyo suficiente en mi madre y padre que se habían fascinado con la idea, mi padre profesor universitario de literatura, mi madre una abnegada madre de familia, que se desvivía por mi hermana y yo, obviamente eso conllevó a que 8 años después me convirtiera en una escritora reconocida, ganadora de varios premios célebres, toda una personalidad, tanto que no podía ir a comprar mis propias cosas, la gente me abrumaba, todos quieren una autógrafo, conocerme, tocarme, en fin soy todo un personaje, me había especializado en novelas de suspenso, era lo que más se me daba, pero últimamente ni suspenso, ni romance, ni nada, al parecer mi pensamiento pasaba por el mismo ciclo abrumador que tenía mi vida pública; decidí entonces salir de la ciudad si quería seguir escribiendo tenía que alejarme, no quería que nadie supiera a donde iba, así que no busque un agente inmobiliario que era lo que normalmente haría, no, por el contrario, me metí a la internet a buscar una casa lo más apartado de la ciudad que pudiera, quería desaparecer del tumulto, sentir tal vez el aire puro en mis mejillas, esperaba con ansias que eso pudiera devolverme la inspiración.

Encontré entonces el lugar perfecto, una hacienda en otro país, en donde se respiraba aire puro, lejos de la gente, lejos de todo, me pareció entonces que no tenía caso esperar nada más, así que me puse en contacto con el dueño, un señor de apellido Chiba, algo burdo al contestar pero con un tono de voz que podía hacer temblar hasta la mujer más segura, lo cual no podía decir que era yo; lo cierto es que en todos estos años me había convertido en una mujer algo antisocial, irónico he, la gente me amaba, pero yo detestaba a la gente, bueno no a la gente, más bien el tumulto, no se me daban las relaciones interpersonales, nunca había tenido novio, ni una relación que fuera por lo menos casual, ciertamente ningún hombre hasta donde recuerdo me había atraído; sin embargo estaba convencida de que las mujeres tampoco eran lo mío, me carcajada cada vez que si quiera lo imaginaba, fue así que esa voz me convenció de tomar aquella decisión; reserve mi vuelo solo de ida, no aparte el regreso por qué no sabía cuánto tiempo me iba a tomar recuperar la inspiración.

Salí temprano ese día trate de pasar desapercibida, me puse lentes oscuros y cubrí mi largo cabello rubio con un pañuelo, una gabardina larga que ocultaba toda mi anatomía, no quería dar la oportunidad de que alguien supiera que era yo, eso podría dañar mis planes de estar sola, tome mi vuelo, y sentí como por mis venas corría un aire de aventura, se sentía bien, definitivamente era una buena idea alejarme, no había llegado a mi destino y ya podía sentí las ganas de escribir, pero no quería escribir suspenso, quería hacer algo diferente aguardaba con ansias llegar y conocer el dueño de esa imponente voz; imaginé por un momento que era un anciano, que casi no podía con los zapatos y solté la carcajada más grande que en mi vida había dado, cubrí mi cara con la gabardina al darme cuenta que todos me miraban y reían, que vergüenza, pero bueno se había sentido bien; al fin llegué a la mentada hacienda, baje del taxi y clave mis tacones en el barro, !haaa! Exclamé viendo mis zapatos todos embarrados, levanté el rostro y frente a mí un hombre imponente con camisa entre abierta, Que dejaba ver sus fuertes Pectorales, Un sombrero Vaquero Que dejaba asomar su cabello negro y jeans un tanto ajustados, que permitían divisar lo fuerte de sus muslos, lo firme de su trasero y el gran bulto en su entrepierna, me sonroje al mirar lo último, pues creo que fui tan odvia que se dio cuenta, se sonrío, paso suavemente la lengua por su labio inferior, clavo su mirada intensa en la mia; sentí la presión, tragué saliva, mi sangre se había calentado al grado de empezar a sudar; Pude notar al instante que era un coqueto empedernido; apartó un poco su mirada de mi y se concentró en el taxista, extendió su mano para tomar mi maleta y con esa mirada pícara y sonrisa cautivadora se volvió a dirigir a mi, estaba tan atontada por este bello espécimen humano, que me pareció ver salir en cámara lenta cada palabra de su boca sin entender siquiera una de ellas, reconocí al instante la imponente voz que me había dejado intrigada por teléfono, valla no era un anciano después de todo; agite la cabeza para despertar, y dije:

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