(1) prologue.

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La fiesta ya había comenzado, la gente a su alrededor atrapadas en un claro estado de euforia, saltando por aquí y allá. Personas bebiendo hasta masacrar su hígado, siendo gracias a eso que tuvo la gran suerte de ver como algunas se deshacían en incontrolables vómitos, pero era la minoría. Y no es que San fuera un niño de mamá que no se atrevía a beber ni un mísero sorbo de alcohol, de hecho, al contrario. Lo hacía, pero sabía cuando detenerse.

O al menos eso solía creer.

Fuera de las personas que ahora no la pasaban tan bien debido a que parecían querer vomitar hasta sus últimos órganos, todo estaba medianamente controlado con su propio ser. La música estaba fuerte, tanto que no podía oír nada más que unos cuantos gritos en aquél mar de gente que lo rodeaba.

- Creo que necesito un poco más de vodka para ver si puedo pasarla tan bien como ellos. - pensó entre un par de risas.

Y no es que no estuviera pasándolo bien, pero tampoco era algo de su estilo, no estaría ahí si varios conocidos (que ahora estaban en quién sabe donde) no lo hubieran obligado a salir. Choi estaba un poco fuera de su zona de confort. Pero ¿qué podía hacer? no se recriminaría nada, ya estaba ahí.

Con el vaso en mano, caminó hacia la cocina de esa gran casa que sabía le pertenecía a uno de sus compañeros de trabajo, haciéndose espacio para pasar entre la multitud, pidiendo permiso o en extremos casos; dando algún que otro empujón. Sintió la gloria en sus manos cuando pudo llegar a su destino, cerrando la puerta detrás suyo. Al levantar la mirada, rebuscando una mínima presencia humana, se sorprendió, quedando algo anonadado. ¡La cocina estaba desierta! no había nadie allí más que el ¿será que estaba tan ebrio que no veía a la gente? pero inmediatamente esfumó ese pensamiento tonto mientras negaba un par de veces, todavía no había tomado tanto y a penas eran las 4 de la madrugada. Desde allí podía escuchar claramente el bullicio que las personas creaban, aunque siendo sincero, la innegable envidia se hizo presente en su ser, también tenía ganas de estar ahí pasándola tan bien, tanto como si fuera la última noche de su vida, pero no sabía cómo ¿necesitaba más alcohol? tal vez un par de pastillas o inclusive fumar algo.

Ya con la botella de vodka en mano, sirvió el líquido en su vaso llenándolo hasta un poco más de la mitad. Seguido y lo más importante, vertió el jugo hasta llenar el mismo. El aroma a alcohol que llevaba encima, más precisamente en la ropa en ese momento estaba en otro nivel, graciosamente opacaba el sutil olor del jugo y le ganaba por mucho.
Apoyándose sobre una de las mesadas, llevó el vaso a sus labios para darle un par de tragos a la bebida, el alcohol tomando presencia en su garganta, quemando paulatinamente de una forma irrefutable y algo placentera.
Su cuerpo estaba relajado, había bebido unos 7 vasos hasta esas horas, este era el octavo. Su corazón golpeteaba con más rapidez y la hipertensión, mierda, ahí estaba.

(...)

- Cuida bien a San, hazlo feliz.- Escuchó gritar a alguien más antes de entrar a una habitación que se asimilaba demasiado a una de hotel. Era oscura, la luz roja dedicándose a iluminar a alguien que lo acompañaba, pero Dios, realmente no sabía quién era y tampoco le importaba.
Intentaba no tropezar entre los tontos movimientos que daban sus pies. ¿Cuántos vasos había tomado? ¿15? ¿20? no tenía ni las más mínima idea, el más pequeño sonido le causaba risa y constantemente peleaba por mantenerse equilibrado.

La persona desconocida lo sentó en un sofá y prácticamente se dejó caer golpeando su espalda con el respaldo del mismo y ahí se dio cuenta de que fue arrastrado al lugar, porque por si solo no sabía siquiera cómo cruzar una puta puerta sin darse la cara contra el marco primero, bueno, en ese estado.

- T-tú ¿por qué? uh ¿por qué me trajiste aquí? - Cuestionó San entre esas risas que no podían parar a penas su boca se abría. Sus manos fueron pronto puestas (más bien apresadas) detrás de su cabeza mientras su regazo se convertía en un cómodo asiento para la persona que lo había llevado allí.
La falta de luz le dificultaba más el trabajo de saber al menos el sexo de la persona anónima y increíblemente ¡traía una máscara que cubría sus ojos! ¿de qué película cliché había salido esto?
Y sí, esas escasas cosas fueron las que la borrosa perspectiva de San había podido notar. La mente no era más que una nube, en realidad se sentía en un sueño, lejos de la realidad.

La música pronto se hizo presente, una melodía un tanto hipnotizante, sin ser del todo lenta, un buen ritmo que hubiera sido capaz de disfrutar si actualmente no tuviera alcohol en sangre. Las preguntas estaban demás cuando era consciente de que no podía pronunciar ni un puto monosílabo.
A pesar de estar en ese ridículo estado, no era idiota y sus sentidos estaban a flor de piel cuando la otra persona comenzó a moverse descaradamente sobre su regazo al ritmo de la música, meneando sus caderas de una forma tentadora e ilegal, sin dejarlo tocar, solo disfrutando de tenerlo inmóvil. O al menos así lo suponía al escuchar un par de carcajadas de su compañía en esa noche. Escapar era una idea lejana, tonta patraña.

Sabía que quería quedarse ahí.

Al menos en ese momento, porque carajo, realmente no estaba mal.

Choi estaba lejos de estar presentable, su cabello estaba hecho un desastre, su camisa había terminado rota de alguna forma y varios botones estaban abiertos dejando ver gran parte de su pecho. ¿Podría terminar en peores condiciones? hablando de su look, claro estaba.

Pero se daría el lujo de pasarla bien, la noche lo ameritaba ¿verdad? sus sentidos torpes seguían ahí, podía embriagarse más, todavía más con el delicioso aroma a algún perfume que la persona que tenía encima llevaba. Sí, esa persona que ahora mismo le estaba haciendo un jodido lapdance mientras lo tenía a la deriva.

¿La cama sería su próximo destino?

Porque las ansias de (obtener) más comenzaban a carcomer su ser por dentro, casi quemando cada fibra de su cuerpo.

(with that) lapdance. - woosan.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora