6. Debilidad

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Eras preciosa, hermosísima. El centro de atención por donde pasabas, aun así tú no lo notabas, deslumbrabas con tu sonrisa contagiosa, tu mirada escandalosa, tus caderas anchas y tu caminar seguro.

No permitías que nadie te hablara mal y te dabas el respeto que necesitabas, eso era lo que mas me gustaba de ti, tu sabías lo que valías y no permitirías que cualquier imbécil llegara queriendo reducir tu valor (Odiabas cuando hacía esta comparación repitiéndome que la mujer no es un objeto al cual ponerle precio), joder eras muy sabia, aunque yo quisiera contradecirte sabía que tu tenías la razón en todo.

Pero te perdí, la verdad... Nunca te tuve, porque fui muy poco hombre para tanta mujer, me gustaría decir que nunca caíste bajo conmigo, pero estaría mintiendo, porque a pesar de que eras extraordinaria y te hacías valer, tenías una debilidad y esa debilidad era yo.

Te dejaste pisotear un par de veces de mí y creí que podía manejarte cuando pudiera, pero de nuevo me sorprendiste deshaciéndote de esa debilidad y levantando el mentón diciéndome que era un pedazo de mierda y que debía partir de tu vida.

Así que después de haberme permitido entrar me sacaste a patadas.

Mereces lo mejor de este mundo y se que lo sabes, pero si un día flaqueas y recuerdas tu debilidad ya sabes dónde vivo, mi puerta siempre estará abierta para ti aunque ambos sepamos que es algo fugaz.

Pensamientos ObsesivosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora