Relatos Eróticos

El carpintero (primera parte)

   La reforma de la casa de mis padres se me estaba haciendo eterna, mi madre hecha una tiquismiquis en toda regla necesitaba que la casa fuera perfecta a pesar de no tener el presupuesto necesario para ello, aún así estaba dispuesta a deslomarse en el trabajo para conseguir lo que tanto deseaba y es una casa construida a su gusto en España, cerca de la playa.

   Compraron una casa que estaba hecha mierda para así reconstruirla, ellos seguían viviendo en Suiza, donde eran capaces de ahorrar más en menos tiempo dado el alto salario de allí. Y yo me aproveché de la situación, decidí tomarme unas vacaciones en la casa en cuanto hubo una habitación prácticamente terminada, un cuarto de baño funcional y una mini cocinilla portátil. Mis padres aceptaron con mucho gusto que pasara mis vacaciones allí ya que así podría vigilar la casa, tenían miedo de que los famosos okupas se metieran en su preciada casa, sobretodo mi madre.

   Hoy viene el carpintero a tomar medidas para fabricar el armario empotrado de la habitación que será de mis padres y también tomar medidas para las puertas de las habitaciones y baño. Faltan 10 minutos para su llegada y todavía no me he vestido, estoy con el camisón con el que duermo y terminando de comer los cereales cuando llaman al timbre. Abro la puerta y una ráfaga de viento me eriza la piel, los pezones se me endurecen por el frío, subo las escaleras y abro la puerta de entrada.

   Un hombre alto y fornido de unos treinta y picó de años espera, su larga melena rubia ondea en el viento y su aroma es realmente embriagante, sin duda es un hombre de gran atractivo, con unos ojos azules profundos y una barba que parece perfecta para sus facciones. Me sonríe sin enseñar los dientes y se presenta

   —Buenos días, soy Chris, el carpintero —me tiende la mano y yo se la estrecho mientras aclaro mi garganta

   —Hola, gracias por venir Chris, yo soy Paula, mucho gusto —le suelto la mano y abro la puerta para que pueda pasar, recuerdo que estoy en camisón y noto como se me empieza a acumular la sangre en las mejillas, una vez Chris está dentro cierro la puerta y me abrazo para intentar ocultar mis endurecidos pezones. Él se fija en mi gesto y veo como su mirada desciende momentáneamente a mi escote, lo que me acalora más aún. Lo guio a la entrada de la casa y lo dejo pasar, una vez dentro cierro la puerta para que no se enfríe la casa.— ¿Quieres un café? ¿Una cerveza? ¿Algo para tomar? —ofrezco sin saber qué más ofrecer

   —Un café largo si no es mucha molestia —me sonríe, yo asiento y me giro para coger una cápsula de café que está en un estante alto, normalmente me tengo que subir a la silla para alcanzarlo pero me daba mucha vergüenza hacerlo delante suya. Me estiro lo máximo que puedo pero solo llego a tocar la base del estante.

   Maldigo internamente al darme cuenta de que no he crecido y por mucho que lo intente no voy a llegar, maldigo por quedar en ridículo delante de semejante bombón, oigo como el carpintero se aclara la garganta y escucho sus pasos acercarse lentamente donde yo estoy, me quedo inmóvil pensando en qué hacer a continuación cuando noto una mano en mi cintura, el contacto me sobresalta y si no fuera por el cuerpo del carpintero yo habría terminado en el suelo. A través de mi camisón noto su cinturón y algo que presiona entre mis glúteos, puedo imaginarme el qué y un cosquilleo invade todo mi cuerpo, mis peones que habían estado calmados hasta ese momento vuelven a hacer acto de presencia

   —¿Estás bien? Perdona pero creía que necesitabas ayuda —se disculpa y yo me avergüenzo aún más, su mano sigue proporcionándome calor en la zona de la cintura, mis hormonas están revolucionadas y no puedo pensar con claridad

   —Emm, si, perdona, creía que iba a llegar y bueno, por no subirme a una silla he intentado cogerlo y me he empezado a frustrar porque no llegaba y quería llegar pero no podía y no te quería hacer esperar y... —una risa acalla mi discurso inútil e incoherente