Secreto develado

163 7 0
                                    

Al día siguiente, después del desayuno, Kenshin salió del dojo. Prometió volver antes del medio día, pero no dijo más. Kaoru lo observó marcharse, sintiendo mucha pena por él, ya que sabía que algo muy malo le pasaba. Sanosuke lo siguió, prometiendo a la joven que lo cuidaría.

Kenshinpercibió la presencia de Sanosuke. Continuó su camino, sin detenerse, exceptopara recoger algunas flores. Sanosuke, mientras tanto, observaba con cuidadopor donde pasaban, además, calculaba la distancia y el tiempo que tardarían envolver al dojo Kamiya. Notó que Kenshin lo llevaba más y más dentro del bosque.Sonrió ante la perspectiva de desentrañar un secreto, en especial si era deKenshin. ¿Podría contárselo a Kaoru? Se detuvo. "Mm, no, creo que no, esto es un asunto de hombres", sedijo. Caminó más rápido, hasta alcanzar a Kenshin, manteniéndose a prudentedistancia.

Lo que Sanosuke vioy escuchó esa tarde, lo conmovió profundamente, sobre todo porque nunca pensóen ver llorar a un hombre de ese modo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Lo que Sanosuke vioy escuchó esa tarde, lo conmovió profundamente, sobre todo porque nunca pensóen ver llorar a un hombre de ese modo. Primero, vio a Kenshin arrodillado juntoa una piedra, la que supuso marcaba el lugar de una tumba. El guerrero de lacicatriz dejó las flores con sumo cuidado, atrapadas por unas piedras más pequeñas para evitar que el viento se las llevara. A la derecha de la tumba, un rosal recientemente plantado. Luego de esta operación, Kenshin se quedó allí arrodillado por largo rato. "¿Qué está pasando aquí?", se preguntó Sanosuke, pero no se atrevió a interrumpirlo. Continuó observando, seguro de que Kenshin no lo había notado.

Kenshin se levantó, dirigiéndose hacia la casita del bosque. Sanosuke lo siguió, pero antes se detuvo frente a la tumba. No había ninguna inscripción en ella, salvo una espada en su funda, enterrada en medio del rosal. El misterio era aún más grande.

Sanosuke lo vio entrar en aquella cabaña. Esperó un rato a que Kenshin saliera, pero su curiosidad lo obligó a averiguar qué hacía allí. Vio a Kenshin arrodillado igual que momentos antes y percibió cierto estremecimiento en su cuerpo, lo que le hizo suponer que lloraba. Avanzó en silencio.

—Sanosuke —dijo Kenshin en voz baja, a modo de saludo.
—¡Eh, disculpa, amigo, no quise ser indiscreto, solo estaba preocupado por ti! Yo, yo... —Kenshin no se había movido. Sanosuke se plantó frente a él, arrodillándose. Agachó la cabeza un poco más, y vio las lágrimas que corrían mudas por sus mejillas. Guardó silencio.
—Graciaspor estar aquí, creo que eres el único con quien puedo hablar —Kenshinintentaba calmar el temblor de su voz. Sanosuke estaba confundido, más aúnporque su amigo estaba a punto de revelarle un secreto. Esperó—. Hace doce añosconocí a una joven llamada Yamira. La encontré junto al río donde mi maestro yyo íbamos a practicar. Estaba arrodillada mirando hacia el río, a punto desuicidarse. Un golpe me bastó para arrebatarle el tanto de las manos con el queestaba a punto de hacerse seppuku. Ella me miró asustada al principio, peroluego se abalanzó sobre mí, dispuesta a atacarme. Logré detenerla y sufortaleza se derrumbó. Lloró y me contó que sus padres habían sido asesinadospor unos ladrones, cuando iban por el camino que los llevaría hacia Tokio. Conla espada de su padre pudo matar a dos de los atacantes, pero los demás huyeronen el carruaje, llevándose todo. Luego de enterrar a su familia, caminó perdidahasta llegar a ese río, donde tomó la decisión de suicidarse. Sentí susufrimiento y me prometí a mí mismo ayudarla a salir de su tristeza. La llevéconmigo a casa de mi maestro, quien la aceptó con la única condición de nointervenir en nuestros entrenamientos. Se encargó de cuidar el hogar. 

A veces la descubría observando las enseñanzas de mi maestro Hiko. Vi que su interés era real y le propuse entrenarla. Aceptó y fue una alumna aventajada. Mi maestro nos descubrió al poco tiempo y Yamira debió demostrarle su talento. La ejecución de su ataque fue casi perfecta, logró cortar un mechón de sus cabellos, pero no lo hirió. Mi maestro accedió a instruirnos juntos y nos convertimos en un equipo invencible. Ambos éramos destajadores y participamos de los asesinatos a finales de la era Tokugawa, apoyando a los partidarios de la Restauración Meiji, algo que no me enorgullece en lo absoluto.

—Perofue la figura única de Battousai la que prevaleció —comentó Sanosuke. Kenshinasintió.
—Tiempo antes de la última batalla, nos trasladamos a vivir a la ciudad. Desde allí controlábamos la situación y planeamos el ataque final. Nos separamos cuando un grupo enemigo nos sorprendió. Luego vino el incendio. La busqué en la casa en la que vivíamos, pero solo hallé cenizas y un cadáver irreconocible entre los escombros. No obtuve ninguna prueba que me dijera que estaba viva, por lo que abandoné la ciudad...
—Y fue entonces que desapareciste y decidiste ayudar a los desamparados, ¿no es así? —Sanosuke estaba maravillado. Que el Battousai era en realidad una pareja invencible era lo último que esperaba oír, sobre todo de boca de uno de los protagonistas. Kenshin continuó.
—Viajé por todo el Japón, intentando olvidar mi pasado y a ella, hasta que llegué a Tokio y conocí a Kaoru. Me sentí bien por primera vez después de tanto tiempo y me dediqué plenamente a ser Kenshin Himura.
—Pero... —Sanosuke quería llegar al fondo del asunto.
—Hace unos días encontré una nota en mi cuarto, en la que alguien de mi pasado me invitaba a reunirnos al mediodía. Asistí a la cita y me encontré con ella. No podía creerlo. Después de tantos años ella estaba viva, frente a mí. Todos mis antiguos sentimientos llenaron mi alma y mi corazón. Ella solo quería verme una vez más antes de irse definitivamente de Tokio, pero yo no pude dejarla y... y decidí abandonar el dojo. Pasé la noche con ella aquí, en esta casa —Sanosuke lo miró apenado. La revelación de Kenshin lo tenía pasmado, sin saber qué decir. El silencio los rodeó por unos momentos.
—¿La amabas? —Kenshin asintió—. ¿Tanto como para dejar a Kaoru y a todos nosotros? —Kenshin movió la cabeza afirmativamente. Sanosuke suspiró. Recordó la llegada de la chica que traía una carta para Kenshin—. Supongo que fue ella la que dejó esa carta para ti, junto a una bolsita el otro día... dijo que era una antigua amiga tuya, pero no nos dijo su nombre y desapareció tan rápido, que no tuvimos tiempo para nada. Era muy parecida a Kaoru, no hay duda —Kenshin, con la cabeza aún baja, abrió los ojos sorprendido. Levantó la vista—. Calma, amigo, no diré una sola palabra, solo quiero saber una cosa más. ¿Ella yace en la tumba en la que dejaste flores?
—Sí...ayer, durante la mañana y cuando íbamos camino a la estación del tren, nostopamos con un grupo de ladrones. El jefe reconoció a Yamira y quiso vengarsede una afrenta anterior, en la que Yamira le dejó una cicatriz en la boca.Logramos vencerlos y por unos momentos sentí que volvíamos a ser los antiguosdestajadores. El jefe escapó y nos tendió una trampa más adelante. Ella mesalvó de morir, cubriéndome con su cuerpo. Una flecha se clavó en su espalda yyo no pude hacer nada para salvarla. Sentí como el odio se apoderaba de mí y nodudé en matar a aquellos hombres, pero su voz agonizante me detuvo. Me pidióque Battousai no regresara. Los hombres huyeron y yo la traje hasta este lugar,porque no quiso atención de manos de un médico. Murió en mis brazos —hasta aquíKenshin dejó el relato, mientras miraba sus manos. Sanosuke dio unos golpecitosen su hombro, dándole ánimos. Luego se levantó y esperó a su amigo junto a lapuerta. Kenshin dio una última mirada a la cabaña e inició su regreso a casa.

 Kenshin dio una última mirada a la cabaña e inició su regreso a casa

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Un amor del pasado (fanfic Rurouni Kenshin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora