IV

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En Corea

Estoy exhausta, treinta ocho horas de viaje, si de viaje. Seis para llegar a la capital y las restantes para llegar aquí. Ya me parecía que no tenia trasero, pero apareció un dolor punzante en esa zona haciéndome recordar que tenía.

-Disculpe, ¿Me puede decir donde queda Korean university? Por favor- Le hable a un joven con un niño.

-¿Ves hijo? Así se tiene que hablar- Lo mire y sonreí. Él hizo lo mismo- No eres de aquí ¿verdad?- Negué.

-Soy de Argentina- Esa persona se impresionó.

-¿Que te trajo aqui? Cierto la universidad- habló apenado.

-No se preocupe, yo hubiera dicho lo mismo- Él se empezó a reír.

-Amor, tienes que ser como ella - pauso- entender a los tontos- empezamos a reír los tres- yo sacándote tu tiempo y tu tienes que ir.

Ya que estábamos cerca de la calle, silbo y apareció un taxi.

-¿No vienes?- manifiesta el chico.

Me subí sin dudar. Chicos, no hagan esto en casa.

No sería en cualquier lado.

Cállate.

-Por cierto me llamo Jeon Dal Po, ¿Tienes nombre en coreano o español?- pregunta curioso sacándome de mi discusión con mi cerebro.

-Los dos- Suspire- Kim Sun hee o Soledad Walsh- Él me miró con un brillo en sus ojos.

Algo nos interrumpió.

-Papi, tengo hambre- expone el niño sobandose su panza.

Me acorde que tenia dulces de mi ciudad natal.

-¿Es alérgico alguno de estos ingredientes?- Pregunté dándole el papel, lo leyó y negó- Toma, si no te gusta me lo devuelves- el niño asistió.

Cuando el nene llevo el dulce a su boca, su cara se iluminó y Dal Po y yo reímos. El conductor paro en seco haciendo que casi me caiga, y que le haya dicho una mala palabra pero dijo:

-Ya llegamos-

Los dos dimos la tarjeta.

-Yo pagare, ya alimentaste a mi hijo y escuchaste mis preguntas estupidas- nos reímos al unísono.

-No, yo lo hare. Me diste este taxi y me alagaste demasiado. Tengo que bajar esta burbuja de lindura- él me miró confundido.

-¿No tienes novio?- Negué y me miró incrédulo- ¿Estas bromeando? ¿Cómo una chica como tu no tiene novio?- alce mis hombros.

El conductor agarro la tarjeta de Dal Po.

-Listo, bajence- declara el señor cansado.

Bajamos y el niño preguntó:

-Señorita ¿Tiene otro?- pregunta con la cabeza abajo.

Le hice abrir su mano y cerrar sus ojos. Le puse una bolsa de 20 de esos mismos dulces.

-¡Gracias Sol!- recalca el niño.

-No tenias que...- Fue interrumpido por mi.

-Tu lo pagaste y le pago ahora a tu hijo- nos reímos.

-Oye, ¿Me das tu numero?-...

Viaje Condimentado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora