Aunque para muchos, un típico día de vacaciones era una oportunidad para descansar, para Marinette se había convertido en una desventaja. Durante dos semanas consecutivas, había estado levantándose mucho más tarde de lo que consideraba aceptable. No sabía si la culpa era de Adrien, como se hacía llamar el joven que había cautivado su atención, o si simplemente era el resultado de su creciente obsesión por la lectura.
Si debía ser sincera consigo misma, leía un libro al día solo para tener la excusa de volver a verle al día siguiente.
El sonido de su teléfono la sacó de sus pensamientos. Era Alya, su mejor amiga, del otro lado de la línea. Aunque apoyaba completamente la decisión de Marinette de seguir su instinto y acercarse a Adrien, no podía evitar sentirse un poco excluida. Las dos no se veían tanto como antes.
— Marinette — dijo Alya, con un tono que dejaba entrever una ligera preocupación — ¿Cuándo nos reuniremos de nuevo?
La pregunta de su amiga la hizo dudar. No sabía si lo que estaba haciendo era lo correcto, si aquel amor secreto en su corazón podría algún día ser correspondido.
— Mañana, Alya — respondió, con una sonrisa en su voz — mañana pasaremos el día juntas, te lo prometo.
Aunque no era su prioridad, sabía que tenía que hacerlo por su amiga, por no dejarla atrás.
— ¿Ha valido la pena todo esto con el chico? — preguntó de repente Alya, la dueña del famoso blog de superhéroes que tanto amaba Marinette.
Marinette se quedó en silencio unos segundos, reflexionando. ¿Realmente valían la pena todas esas maratónicas carreras a la librería o los dos euros diarios que había gastado en muffins durante todo un mes? A pesar de que Adrien a veces parecía molesto, su rostro siempre cambiaba cuando ella le sonreía. La rutina era siempre la misma: ella entregaba el libro que había leído, él le daba uno nuevo, y se marchaba. ¿Se estaría aburriendo de ella?
Las dudas la asaltaron, pero entonces se detuvo.
No debía dejarse llevar por esos pensamientos. Sonrió al ver la colección de libros que había ido acumulando sobre su escritorio. Aunque Adrien no le prestaba la atención que ella deseaba, había logrado algo mucho más importante: le había hecho redescubrir su amor por la lectura. Los libros la hacían soñar, viajar a mundos lejanos, y sin ellos, no sabía cómo sería su vida.
— No digas tonterías, Alya — respondió finalmente, con una sonrisa tranquila. — Claro que ha valido la pena.
La conversación continuó hasta que los temas se agotaron, y finalmente colgaron la llamada.
— Marinette — la interrumpió Tikki, su pequeña kwami, con una vocecita alegre — ¿Hoy irás a la cafetería?
Marinette sonrió. Sabía que la razón por la que solía ir a la cafetería no era el delicioso café o los muffins, sino la esperanza de poder ver a Adrien allí. Pero hoy no iría. Aunque tenía pensado ir mañana con Alya, tenía algo más importante que hacer.
— No, Tikki — le dijo, dándole una pequeña galleta que la kwami aceptó con gusto — Hoy solo comerás galletas.
...
Pasado el almuerzo, Marinette se puso su chaqueta marrón y sus botines a juego, tomó el libro Me Before You y se dirigió nuevamente a la biblioteca. Aunque su madre le lanzaba miradas de complicidad, probablemente sospechando sus verdaderas intenciones, decidió hacer caso omiso. Sabía que tarde o temprano sería interrogada al respecto, pero por ahora prefería disfrutar de su secreto.
El camino fue corto, o tal vez fue la música que escuchaba lo que hacía todo más llevadero. Al final, lo único que importaba era que su corazón se llenaba de felicidad cada vez que iba a ese lugar. Al entrar, lo primero que hizo fue dirigirse con paso firme al sector de libros, pero de repente se detuvo. Ahí estaba, la razón por la que siempre regresaba: él. Adrien estaba de pie sobre un banco, apilando libros mientras conversaba animadamente con un joven que al parecer solicitaba algún libro en específico.
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Mi fuente de inspiración (Au)
FanfictionDesde que Marinette comenzó a frecuentar la cafetería, algo misterioso se tejía en su vida. Allí, entre tazas de café y risas compartidas, Adrien Agreste, el chico que la cautivaba en silencio, había comenzado a aparecer en sus pensamientos. Pero lo...