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Me seque las manos tan rápido como pude, debía darme prisa.

Le había pedido (o mejor dicho suplicado) permiso al profesor de matemáticas para ir al baño en clase, sólo porque en verdad lo necesitaba. Lo mejor era no tardar, no quería perderme el momento en el que alguien valiente levantara la mano para preguntar lo que todos los estudiantes en la clase se preguntaban.

Apenas abrí la puerta del baño para salir, alguien entró tomándome por sorpresa. Ese alguien tapaba su rostro con una mano y lloraba sin consuelo.

Me detuve allí, preocupada. Supe que no podía irme hasta asegurarme de que aquella chica estuviera bien.

Cerré la puerta y me acerqué a ella con precaución. No estaba segura de qué debía hacer o decir, pero intentaría hacerlo bien.

Hice lo primero que se me ocurrió, puse mi mano en su hombro y le di un ligero apretón.

—¿Te encuentras bien? —le pregunté.

Apartó sus manos de su rostro lleno de lágrimas y clavó sus penetrantes ojos azules en mí, dejándome boquiabierta.

¿Cómo no la había reconocido?  Se trataba de "Maty" Reed, odiada por muchas, admirada por otras y deseada por la mayoría de ellos.

Maty y yo éramos compañeras, pero jamás le había prestado tanta atención como el resto. Quizás alguna vez nos habíamos dirigido una palabra, pero nunca habíamos mantenido una conversación.

Sabía poco sobre ella. Sabía que muchas la llamaban "perra" por no estar más de tres semanas en pareja con la misma persona y tener chicos de una sola noche. Sabía que otras la admiraban por ser bella, de clase alta, con padres famosos y tener a los chicos a sus pies. Por supuesto, también sabía que los chicos, a excepción de los seis que siempre estaban junto a ella y algunos más, morían por tener algo con ella.

—¿Me tomaras una fotografía así para tus amigas? ¿las que me llaman perra como si no las escuchara? —preguntó con evidente molestia.

Debo admitir que su desconfianza me dejó algo desconcertada, pero sabía que tenía sus motivos.

—No son mis amigas —dije—,  aunque tampoco lo haría si lo fueran —me apresure a aclarar.

Ella apartó la vista como respuesta.

—¿Podrías decirme por qué estás así? —intente.

Nos quedamos sumergidas en un silencio incómodo, por un momento en verdad creí que no hablaría más conmigo, pero entonces habló.

—No les bastó con escribir que soy una puta en las puertas de los baños, ahora también lo comentan en todas mis redes sociales.

Trajimos de vuelta el silencio.

Sí, había leído insultos hacía ella miles de veces desde que llegué al instituto y no había dejado de molestarme cada vez.

Para la mayoría, si las chicas lo hacían estaba mal, eran "cualquieras", no eran dignas, eran "zorras". Pero si un chico lo hacía no era mal visto, sino lo contrario, eran "conquistadores", "triunfadores" y más. Una verdadera basura.

—Lo lamento —dejé salir de mi boca.

Fue allí cuando la vi romperse frente a mí, apretando sus labios,  y sus ojos cerrados, con fuerza.

Dolió dentro mío verla tan afectada, comprendía lo mal que la hacían sentir aquellos comentarios irrespetuosos y, por qué no, machistas.

Me le acerqué más y la abracé con cuidado, como si temiera romperla.

—Estoy tan sola que me consuela alguien que apenas conozco —dijo entre lágrimas sin poder, o querer, creerlo.

Lo único que hice fue permanecer callada mientras acariciaba su suave cabello rubio, esperando a que se calmara.

En algún momento suspiró, como si hubiera encontrado la fuerza necesaria para detener  el llanto.

Sin perder el tiempo, mojó su rostro con agua para después secarlo. Se miró al espejo,  acomodó su cabello y volvió su vista a mí. 

—¿Estas mejor?

—Lo estoy —afirmó.

Nos quedamos viendo la una a la otra, cuando de pronto recordé algo.

—Debemos volver a clases —dije.
—El profesor no sabe que estoy aquí —confesó—, no fui a su clase.

De nuevo Maty me dejó desconcertada, ¿entonces qué hacía en el instituto si no había ido a clases?

Y la duda volvió a golpearme, no me había dicho exactamente qué o quién la había hecho entrar llorando.

—Nicole, ¿ese es tu nombre, cierto?  —asenti en respuesta—, por favor no le digas a nadie que me viste. Te lo suplico.

¿Y quién era yo para presionarla a dar explicaciones que obviamente ella quería evitar dar?

—Esta bien, no te preocupes  —Ella asintió, más relajada.

—Gracias, por todo.

Sus brazos rodearon mi cintura,  abrazandome, con su cara apoyada en mi hombro.

Cerré los ojos. Podía oler su perfume, el cual debía admitir, era delicioso.

—Vuelve a clases —dijo separándose.

Una sensación extraña me invadió cuando abandonó los baños, no quise darle importancia.

Salí un momento después de ella. Sólo caminé en el pasillo directo a clase de matemáticas. Ni siquiera me moleste en intentar inventar una buena excusa por mi tardanza, lo único en mi mente era ella.

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Hola *-* me llevó bastante tiempo escribir este capítulo y eso que es re corto je, espero que les haya gustado y que sigan leyendo la historia de Maty & Nicole.

nos leemos ;)

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⏰ Última actualización: Sep 14, 2019 ⏰

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ella □.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora