octava parte.

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Solo diré una cosa antes de que empecéis a leer el capítulo:

preparaos y disfrutarlo. 🔥

***

Ana y yo esperábamos el servicio de habitaciones mientras nos acariciábamos. A esa ardiente mujer le encantaba erizarme los pezones y morderlos mientras que yo me perdía en su cuello largo y cálido

Mi batín estaba por ahí tirado, en algún recoveco de la habitación, cuando tocaron a la puerta supimos que ya era la hora.

— Adelante. – Respondió Ana sonoramente tras los golpes.

Una despampanante rubia sonrojada entro por la puerta y al ver la imagen de ambas en la cama enrrojeció más aún. Habíamos pedido que fuese Mimi la que nos atendiese.

— Ay dios mío… – Ana se acercó cuál tigresa hacia su gacela.

Gateando por la cama hasta llegar al final y levantarse delante de Mimi, después la besó apasionadamente mientras yo miraba la escena pasando hacia el otro lado de la cama y yendo hacia la puerta para poner el cartelito de "no molesten".

Al darme la vuelta pude observar con deseo como esas dos diosas afrodisíacas empezaban a jugar sin mi.

— Oye que ahí falto yo. – Ambas me miraros con ojos oscuros y llenos de deseo.

Contoneé mis caderas al llegar a donde ellas estaban, primero besé a la calurosa Ana y después a la dulce Mimi.

No pudieron resistirse a bajar sus bocas a mis pechos firmes y empezar a hacer maravillas con ellos. Yo las observaba mientras que la niebla del deseo cegaba todos mis demás pensamientos. Empecé a notar la humedad cuando empezaron ambas a tocar mi manzana prohibida, tenían ganas de pecar y yo también.

—Esta va a ser una noche larga y os voy a hacer gritar. – Gemí yo. Ambas me miraron con una sonrisa y volvieron a besarme.

Entre las dos me tumbaron en la cama y se miraron mutuamente. Y casi sin darme cuenta ya se habían puesto de acuerdo, Ana se quedó entre mis piernas y enrredó sus brazos en mis piernas mientras que Mimi se posicionaba encima mío y prácticamente tenía su coño en mi cara. Tan dulce y santita no era cuando se le encendía el modo cachondo.

Ya, desesperada por probar su sabor, agarré los glúteos de Mimi y la bajé haciendo que su sexo chocase con mi boca, pasé mi lengua lentamente notando como empezó a temblar de placer encima mío. Al segundo una ráfaga de placer inundó mi cuerpo al notar la boca de Ana en mi sexo. Y lo hacia tan jodidamente bien que temía correrme en ese mismo instante.

Lametón tras lametón conseguí saber donde estaba el conejito escondido en su madriguera llamado clítoris. Lo acariciaba como un arpa intentando hacer música melodiosa para Mimi, seguía el compás que su cuerpo me marcaba aunque quisiera ir más rápido y marcarme un rock'n roll.

Ana no paraba de mojarme, y por sus gemidos notaba como le encantaba comer mi coño. Intenté que me metiera los dedos en varias ocasiones y que me follase pero ella insistía en no apartar su boca.
Y como quién lee un pensamiento, metió sus largos dedos en mí haciendo que arquease mi espalda y rugiese. Mimi me agarró fuertemente del pelo al notarlo. Le puso demasiado cachonda que le gimiese en su coño mojado.

Clavé mis uñas en sus gluteos y ls atraje hasta mi, me volví loca. Empecé a dar fuertes lametones en su clítoris mientras ella empezó a gemir fuertemente, no sabía de donde salía todo ese vozarrón pero parecía una orquesta sinfónica.

Poco tardó en correrse en mi boca a este ritmo, lo cuál disfruté. Se tumbó a mi lado y empezó a comerme las tetas, a estrujarlas, besarlas, morderlas y lamerlas.
Yo estaba casi a punto de venirme cuando oí el gemido de Ana.
Mimi se había levantado de la cama y la había puesto a cuatro patas y le había dado un azote en su monte venus. Había activado su modo diabla y ahora se comportaba como una auténtica zorra en celo en busca de mucho sexo.

Ana sin dudarlo se abrió más a Mimi y esta se acercó a su oído y le susurró: "No dejes de follartela mientras que yo te follo, si paras yo pararé." Ana solo asintió, Mimi le morreó para después morderle ferozmente su labio inferior carnoso.

Manoseó su redo dontraseo y sin esperarlo empezó a follarsela. Ana volvió a tener la misma marcha conmigo y ahora los gemidos de Ana y míos retumbaban por toda l habitación. Ana me azotó el culo y me lo apretó cuando puso otra vez su boca en mi mientras me follaba con sus dedos. Dios estaba volviéndome loca.

Empecé a llegar poco a poco.

— Ana, joder follas tan bien.… – Gimotee. Mimi le dió un fuerte azote.

— Voy a a hacerlo más rápido, así que hazlo tu también para que lleguéis a la vez. – Ordenó Mimi mientras me miraba con ojos dedeosos.

Ana se recolocó y empezó a hacer lo que Mimi ordenó. Al llegar a los cinco minutos ambas nos corrimos tras un fuerte orgasmo y un gemido unísono.

Ana se tumbó encima mío besándome. Mimi nos miró sonrojada desde los pies de la cama, ya volvía a ser la Mimi de siempre.

— Joder, al final me despedirán, y veréis.

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⏰ Última actualización: Dec 10, 2019 ⏰

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