Capítulo único.

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Sus manos sudaban contra sus pantalones mientras movía una de sus piernas ansiosamente, su labio inferior estaba siendo fuertemente mordido por sus dientes. NamJoon le echó una rápida mirada antes de regresar la vista al frente, sus manos apretando con rigidez el volante.

-Oye, JiMin. Podemos dar media vuelta sino quieres hacer esto.

-Quiero, NamJoon. -Odió lo débil que sonó su afirmación, cerró los ojos girando su rostro contra el vidrio, algo de vaho empañándolo debido a su aliento y respiración entrecortada. Maldita sea, incluso su corazón latía fuertemente contra su pecho. A este paso iba a darle un infarto antes de llegar al bar.

NamJoon volvió a mirarle, tenía ese semblante de padre preocupado que a JiMin le hacía rodar los ojos, incluso se burlaría si tan solo pudiera hablar. Pero no podía.

Maldito fuese mil veces Min YoonGi.

Todo este embrollo en el que ahora estaba metido era culpa de ese rubio oxigenado y sus apuestas de mierda. JiMin había estado burlándose de NamJoon por ensimismarse en sus trabajos de la universidad en el apartamento - que YoonGi, NamJoon y él compartían- en lugar de salir de fiesta. Todo lo que había dicho NamJoon era que necesitaba el sábado libre para poder ir a Désirs Du Château.

YoonGi y JiMin habían estado riéndose de lo pervertido que era su amigo en el fondo. Lucía como un cachorro bajo la lluvia con esas facciones de niño inocente; lo que muy pocos sabían era que ese niño educado, con buenas notas y sonrisas afables era un fiel cliente en dicho bar. Aquel que era un mito entre los universitarios. Un lugar donde se practicaba el BDSM.

Y NamJoon era un dominante cotizado.

El punto es que luego de reírse, JiMin había hecho un comentario sobre que ese bar era para principiantes si habían aceptado a NamJoon y aquello había dado pie a la mente brillante y siniestra de YoonGi, quien había apostado que él no podía ir a ese lugar una noche.

JiMin había caído redondo en la trampa.

Antes de salir del apartamento, miró a YoonGi con los ojos desorbitados por primera vez, porque él definitivamente no podía creer que iría al jodido Désirs Du Château a tener sexo pervertido con un desconocido mandón.

-Anímate, JiMin. -Al ver la palidez del rostro de JiMin, YoonGi suspiró- Solo inténtalo, lo peor que puede pasar es que no te guste -le había dicho YoonGi. Y ahí estaba él, camino a uno de esos bares para pervertidos, dispuesto a salirse de su rutina para probar algo nuevo, algo que lo aterrorizaba tanto como lo emocionaba.

Una sola noche para dejarse llevar, una sola noche para dejar a los demonios entrar.

Lanzó un nuevo suspiro, apoyando la cabeza contra la frialdad de la ventanilla del copiloto.

-JiMin, al bar solo vamos quienes lo queremos así. Sé que te estás debatiendo en saltar del auto o no... -comentó NamJoon riendo por lo bajo- solo di que no quieres y daré media vuelta.

-Pero el viaje es demasiado extenso, NamJoon. Si te pido eso probablemente no puedas estar a tiempo para lo que sea que hagan. -JiMin levantó ambas manos moviéndolas como si en ese bar hicieran cosas demasiado extrañas para su comprensión. NamJoon se carcajeó- No soy esa clase de amigo de mierda.

NamJoon rodó los ojos.

-Creo que estoy acostumbrado a la clase de amigo de mierda que eres, un plus más no me va a matar. -JiMin siseó una pequeña risa floja antes de apretar sus manos entorno a sus brazos.

Let The Beating Waves Come Drag Me Down «VMin» Donde viven las historias. Descúbrelo ahora