Primera parte.

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Para Min Yoongi, el infierno se desató una mañana de jueves, a mediados de agosto.

Aquel día no hubo rayos de sol filtrándose a través de su ventana y acariciando su rostro con delicadeza ni gorriones cantarines posados sobre los árboles. Era pleno invierno y todo lo que Yoongi vio al despertar fueron nubes grises y su habitación bañada en sombras, afuera llovía a cántaros.

Por supuesto, él no había pensado mucho en ello, ni siquiera cuando, saliendo por fin de su estado de semi inconsciencia, cayó en cuenta de que su despertador estaba apagado y que, de acuerdo a su celular, la clase de literatura había comenzado cuarenta y cinco minutos atrás. Sí, correr para alcanzar el autobús y luego correr un poco más para llegar a tiempo al segundo periodo fue molesto, pero nada que no se atribuyera a una casualidad, un desliz de su parte.

— ¿Casualidad? —Jeongguk, su mejor amigo de la infancia y compañero de carrera, bufó con burla mientras caminaba a su lado hacia la entrada principal del campus. A su alrededor, la lluvia había amainado tan solo minutos atrás, dejándolos a ambos en compañía de una ventisca invernal y cafés humeantes en mano para combatir el frío que amenazaba con calar hasta sus huesos—, no hay manera de que eso sea una casualidad, Yoongi. Primero, tu despertador se descompuso, luego perdiste el autobús, tu paraguas se rompió a mitad del camino y, como la cereza del pastel, el profesor de literatura te dio una charla acerca de la responsabilidad frente a toda la clase —Jeongguk detuvo su andar y, con una mueca de la más falsa preocupación, llevó ambas manos al rostro de Yoongi, apoderándose de sus mejillas imposiblemente sonrosadas por el frío y obligándolo a estirar el cuello para hacer contacto visual—. Es hora de admitirlo, amigo, este es tu día de mala suerte.

Con un brusco forcejeo, Yoongi consiguió liberarse del agarre del menor y chasquear la lengua en señal de hastío—. Oh, hombre, cierra la boca, no estoy de humor para tus teorías astrológicas.

—No son teorías astrológicas... bueno, lo son en parte, pero tienen cierta credibilidad —Con un suspiro apesadumbrado, Yoongi llevó la taza desechable que sostenía en una mano hacia sus labios, el café demasiado dulce para su gusto llenando su boca y quemándole la lengua en el proceso—, deberías darle una oportunidad, te sorprendería lo acertado que puede ser el horóscopo.

—Sabes que no creo en esas tonterías. —Sacudiendo la cabeza, llevó la mano libre hacia su cabello en un intento por acomodar las hebras negras e irremediablemente húmedas.

—Esas tonterías, como las llamas, han traído felicidad a mi vida más de una vez, deberías saberlo. —El tono de Jeongguk resonó con algo parecido a la indignación a través del campus semi vacío y Yoongi reprimió la carcajada que amenazaba con escapar mordiendo su lengua herida, el rostro medio juguetón-medio serio de su amigo haciendo maravillas por su mal humor.

—¿Oh, es así? —Preguntó, alzando su brazo con pereza para estirar el dobladillo del beanie de Jeongguk y cubrir su rostro con él, sonriendo ante el gritito compungido del menor—, dame un ejemplo.

—Deja de hacer eso, arruinas mi imagen, idiota —El castaño arregló su beanie apresuradamente, mirando a su alrededor para asegurarse de que ningún ojo había sido testigo de ese momento vergonzoso—. Y sí, puedo darte un ejemplo. ¿Recuerdas aquella vez en preparatoria cuando el proyector cayó sobre mi cabeza? El horóscopo de ese día dijo que algo asombroso iba a ocurrirme.

Yoongi carcajeó—. ¿A eso le llamas asombroso? El proyector te golpeó y tuviste que pasar dos semanas en reposo, Jeongguk.

—Exactamente por eso fue asombroso, tuve dos semanas de relajo y, además, me eximí de los exámenes finales, si no ves eso como la mejor maldita cosa que puede pasarle a un estudiante, entonces el problema es tuyo. —El menor finalizó con una sonrisa satisfecha, dando un largo trago a su latte descafeinado y luciendo triunfante.

silk and honey ; yoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora