El tú que solía ser mi Complice

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Sopló una y otra vez aire caliente entre mis dedos, 

pero apesar de eso, no se calientan.

Mis manos siguen frías sintiendo la ausencia de las tuyas. 

Y al sentir un deje de calor en la palma de mis manos, pienso en ti. 

En como nos tomábamos de las manos con complicidad bajo la mesa, en cada oportunidad que teníamos.

Las primeras veces fue tu calor el que busco como venir a enredarse entre el frió de mis insensibles dedos, 

una y otra vez,

hasta que me hiciste adicto a ese calor contrario al aire sofocado de interiores. 

Seguí yo, titiritando de frió imposible de impedir, mis manos se enredaban en las tuyas, 

en tus dedos, 

en tus rodillas, 

en tus piernas,

entre tus cabellos,

y en tus caderas.

Con complicidad seguíamos aferrados el uno del otro, 

en este amor oculto e imperdonable.

Nos mirábamos, sonreíamos, decíamos palabras y oraciones que solo el otro entendía, en un código rebuscado de sensaciones y acciones que solo nosotros entendíamos.

Ambos somos culpables de este crimen, 

Yo era tu cómplice y tu el mió,

Tú eras mi cómplice y yo el tuyo. 

Al menos deberías de sentirte un poco culpable y asumir tu responsabilidad,

pues a de ser por ti, por quien e cometido este crimen de condena mortal, 

y lo que a terminado de poner la soga en mi cuello es que,

No me arrepiento de haberlo cometido. 

No a tu lado. 

El tú que solías ser  || TERMINADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora