Soñando con el futuro

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Carlos Figuero era un joven soñador, lleno de muchas expectativas respecto a su futuro, igual que cualquier joven de su edad. Tenía 15 años y cursaba el último grado de bachillerato. Estudiaba en el único colegio público de su pueblo, era por así decirlo, un muchacho ejemplar, lleno de alegría y con un carisma que lo hacía agradable a cualquiera.

Cierto lunes en la clase de ética, la profesora García, que era una docente ejemplar y que disfrutaba con las reflexiones de sus alumnos, les pidió a todos responder a la pregunta

-¿Qué piensas hacer en tu futuro?-

Una pregunta bastante sencilla en su estructura, pero que a la vez requería, en ese momento, de una respuesta clara y concisa. Carlos no supo qué responder lo cual le generó una gran inquietud.

Después de clases llegó a su casa cansado y preocupado pues ya estaba a pocos meses de entrar a la universidad pero todavía no definía qué quería estudiar. Se acostó en su cama a pensar y en poco tiempo se quedó dormido. En sus sueños se vio en un lugar extraño; todo era blanco, encerrado donde no había ni ventanas ni puertas. De pronto, notó que en un rincón había varias latas de pintura y un pincel encima de ellas. Observó el lugar por un momento, se le ocurrió pintarlo para que no se viera tan opaco y monótono.

Sin pensarlo dos veces agarró el pincel y comenzó a pintar personajes de la historia, frases de hombres importantes, instrumentos musicales, todo esto expresado en forma algo abstracta y colorida. Repentinamente miró hacia atrás y vio el salón lleno de muchas personas admirando, comentando y fotografiando su obra. Se sintió importante, útil a la sociedad y muy emocionado porque los demás admiraran su trabajo. Apenas terminó de pintar las cuatro paredes del salón, todos lo aplaudieron pues su mural era majestuoso y causó gran impacto al público.

Había cámaras, reporteros, gente comentando, hablando con gran exaltación de la obra. Lo que antes para él era un lugar extraño y aburrido, se había convertido en su primera y exitosa obra de arte.

En ese mismo lugar, un hombre muy elegante, vestido con saco y corbata se le acercó, le propuso trabajar en una reconocida entidad publicitaria. Carlos sin dudarlo con la sonrisa más grande del mundo le dio la mano al señor Antonio muy emocionado, luego acordaron cita para firmar el contrato.

De repente, en su sueño se halló en otro lugar totalmente diferente al que estaba. Este era un cuarto oscuro, lleno de cosas viejas, y al parecer abandonado desde hacía mucho tiempo. Esto se notaba por la gran cantidad de polvo y las telarañas que pendían por todos lados. De su bolsillo apareció una vela junto con una caja de fósforos. Encendió la vela, con la poca iluminación logró limpiar un letrero que estaba arriba de uno de estos objetos. Este decía: "Mis talentos". Le pareció un poco extraño encontrar este mensaje en un sitio tan descuidado como éste. Poco a poco recorrió el cuarto sorprendiéndose cada vez más de que todo lo que había en él le parecía conocido. De repente se encendió la luz del cuarto y se iluminó otro letrero grande pegado en la pared que decía, "Cuarto del olvido". Todavía no entendía el significado de todo esto, era muy extraño que sintiera este lugar conocido si nunca había estado allí. ¿Qué oculto mensaje se escondía en los letreros? Pensó por un momento y se le vino una idea a la cabeza. Relacionó el olvido con los talentos y recordó la clase de ética. De inmediato entendió todo pero se entristeció. Se dio cuenta de la causa de no saber qué hacer con su vida era que había olvidado sus habilidades, sus talentos, sus sueños de niño, hasta había olvidado todo aquello que anhelaba llegar a ser cuando fuese grande.

Pensando, se puso en la tarea de limpiar todo el cuarto como si esto significara limpiar su memoria. A medida avanzaba en la tarea iba redescubriendo las cosas valiosas que sabía hacer. Cuando todo estuvo limpio y ordenado, alguien tocó la puerta. Carlos se sobresaltó, pues no estaba esperando a nadie. Para su sorpresa, al abrir vio al señor Antonio, el hombre que le ofreció el contrato. Lo hizo pasar y de repente estaban otra vez en el salón de su obra de arte.

Aquel hombre comenzó a charlar con Carlos sobre aspectos esenciales de la vida. Incluso sobre su propia vida. Era increíble pero parecía conocerlo tan bien que su asombro iba en aumento cada vez más.

-Las cosas de la vida no son fáciles Carlos-decía Antonio -la etapa de la vida que en estos momentos atraviesas está llena de obstáculos, momentos difíciles, desilusión, tristeza y confusión, sobre todo, cuando los jóvenes no tienen una persona que los guíe por el buen camino y los ayude a estructurar su proyecto de vida. Todos los jóvenes actualmente están tentados por la maldad que asecha al mundo; necesitan ser educados para vencer la tentación para buscar caminos de luz y éxito.

Después de estas palabras Carlos miró por primera vez en forma directa al señor Antonio, se impactó mucho al identificar el rostro de su padre, quien había fallecido años atrás. Sus grandes ojos cafés se llenaron de lágrimas, entre alegría y tristeza, no dudó en abrazar a su padre y decirle lo mucho que lo había extrañado. Le dio gracias por sus valiosas enseñanzas y su padre, antes de marcharse, le dijo estas últimas palabras. "Siempre ten presente que te estaré escuchando y cuidando desde donde esté, no dudes en acudir a tu madre a quien aún tienes a tu lado para guiarte y ayudarte a salir adelante. No olvides luchar por tu futuro, por cumplir tus sueños. Estoy seguro que serás el mejor pintor del mundo"

En ese momento Carlos escuchó la voz de la profesora de ética que lo llamaba y despertó sobresaltado. Aún con las lágrimas inundando sus ojos se dio cuenta que ya tenía la respuesta.

Mis sueños escritos - Daniela PeñarredondaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora